/ jueves 29 de septiembre de 2022

Paula Marckovitch busca nuevas formas para escribir cine

La dramaturga cinematográfica presenta su libro Cacerías imaginarias, en el que destaca que el cine, “de lo que se trata siempre es de compartir una experiencia viva”

Para la escritora y dramaturga cinematográfica Paula Marckovitch los manuales tradicionales de guión pecan de tener una visión unidimensional, donde las fórmulas predominan sobre los propios autores, como si sólo hubiese una manera única de escribir cine.

En su libro Cacerías imaginarias, que recientemente fue publicado por la editorial Aristalia y la Escuela Superior de Cine, muestra múltiples caminos artísticos que pueden ser tomados a la hora de escribir una historia para la gran pantalla.

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A través del relato novelado de su propia vida, desde su infancia, que paradójicamente sucedió entre la opresión de la dictadura en Argentina y la libertad de un seno familiar con padres avocados al arte; hasta su viaje a México, donde se ha desempeñado como dramaturga cinematográfica por 30 años, el texto brinda consejos y reflexiones no sólo sobre la escritura, sino de todo el espectro cinematográfico.

“Lo escribí a lo largo de 10 años, y empezó como algunos apuntes de teoría de dramaturgia para cine; pero me di cuenta de que tengo una visión un poco particular, no tan coincidente con los manuales de guión. Entonces descubrí que para poder expresar mi punto de vista tenía que clarificar su origen, por eso sentí la necesidad de contar mi propia historia creativa”, cuenta Marckovitch en entrevista.

La autora recuerda al lector que, en la creación de toda expresión cinematográfica, desde el cine de autor hasta el más comercial, “de lo que se trata siempre es de compartir una experiencia viva, la cual es singular y variante, que va de acuerdo con el trayecto personal de cada persona”.

El dilema del guionista

Hemos evitado escribir “guionista” para referirnos a Paula Marckovitch, pero es por una buena razón: la firme postura, muy presente a lo largo de libro, con que hace frente a las consideraciones que tienden a menospreciar e incluso invisibilizar el trabajo de los escritores que dedican su vida a redactar los pilares sobre los que se construirá una película.

“En teatro es muy claro, el escritor es el autor del libreto, en cambio en cine el escritor es un guionista, que aparentemente es como si fuera un escribiente profesional cuya única tarea es poner en palabras la creatividad de otros. Eso me parece enajenante y completamente irreal, un escritor siempre plasma en un texto su experiencia viva y en ese sentido cualquier escritor es autor de lo que escribe”, asevera la escritora de Elisa antes del fin del mundo, película que filmó de la mano del director Juan Antonio de la Riva en 1997.

Marckovitch considera que su mayor consejo para todo aquel que pretenda incursionar en el mundo de la dramaturgia cinematográfica es “que valoren ese texto como una pieza literaria única, creativa, valiosa, dramática y poética; porque el texto para cine es una fiesta literaria independientemente de sus posibles cambios durante las filmaciones”.

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Al haber vivido más tiempo en México que en Argentina, Marckovitch menciona que éste es su segundo hogar, donde es muy feliz, pues ha podido desarrollarse como profesional al escribir las historias de varias cintas mexicanas, entre estas Tres minutos en la oscuridad (1994), con el director Pablo Gómez Saénz Ribot; Sin remitente (1995), bajo la dirección de Carlos Carrera; y Al borde (1998), del cineasta Antonio Zavala Kugler.

Es por eso que, como un agradecimiento da un último consejo a los jóvenes cineastas de México y Latinoamérica: “Mi recomendación es no ser concesivos con la perspectiva neocolonial respecto a México, a veces se esperan, no sólo de México sino de América Latina e incluso África, discursos con personajes pasivos, que son su propia sombra, creo que hay que buscar en la realidad de nuestros países. Por ejemplo, México que es un país muy alegre, muy vital, con personajes contradictorios, vivos, palpitantes. No cedamos a la exhortación internacional que quiere una imagen de Latinoamérica anémica y vencida”, finaliza la escritora.

Para la escritora y dramaturga cinematográfica Paula Marckovitch los manuales tradicionales de guión pecan de tener una visión unidimensional, donde las fórmulas predominan sobre los propios autores, como si sólo hubiese una manera única de escribir cine.

En su libro Cacerías imaginarias, que recientemente fue publicado por la editorial Aristalia y la Escuela Superior de Cine, muestra múltiples caminos artísticos que pueden ser tomados a la hora de escribir una historia para la gran pantalla.

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A través del relato novelado de su propia vida, desde su infancia, que paradójicamente sucedió entre la opresión de la dictadura en Argentina y la libertad de un seno familiar con padres avocados al arte; hasta su viaje a México, donde se ha desempeñado como dramaturga cinematográfica por 30 años, el texto brinda consejos y reflexiones no sólo sobre la escritura, sino de todo el espectro cinematográfico.

“Lo escribí a lo largo de 10 años, y empezó como algunos apuntes de teoría de dramaturgia para cine; pero me di cuenta de que tengo una visión un poco particular, no tan coincidente con los manuales de guión. Entonces descubrí que para poder expresar mi punto de vista tenía que clarificar su origen, por eso sentí la necesidad de contar mi propia historia creativa”, cuenta Marckovitch en entrevista.

La autora recuerda al lector que, en la creación de toda expresión cinematográfica, desde el cine de autor hasta el más comercial, “de lo que se trata siempre es de compartir una experiencia viva, la cual es singular y variante, que va de acuerdo con el trayecto personal de cada persona”.

El dilema del guionista

Hemos evitado escribir “guionista” para referirnos a Paula Marckovitch, pero es por una buena razón: la firme postura, muy presente a lo largo de libro, con que hace frente a las consideraciones que tienden a menospreciar e incluso invisibilizar el trabajo de los escritores que dedican su vida a redactar los pilares sobre los que se construirá una película.

“En teatro es muy claro, el escritor es el autor del libreto, en cambio en cine el escritor es un guionista, que aparentemente es como si fuera un escribiente profesional cuya única tarea es poner en palabras la creatividad de otros. Eso me parece enajenante y completamente irreal, un escritor siempre plasma en un texto su experiencia viva y en ese sentido cualquier escritor es autor de lo que escribe”, asevera la escritora de Elisa antes del fin del mundo, película que filmó de la mano del director Juan Antonio de la Riva en 1997.

Marckovitch considera que su mayor consejo para todo aquel que pretenda incursionar en el mundo de la dramaturgia cinematográfica es “que valoren ese texto como una pieza literaria única, creativa, valiosa, dramática y poética; porque el texto para cine es una fiesta literaria independientemente de sus posibles cambios durante las filmaciones”.

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Al haber vivido más tiempo en México que en Argentina, Marckovitch menciona que éste es su segundo hogar, donde es muy feliz, pues ha podido desarrollarse como profesional al escribir las historias de varias cintas mexicanas, entre estas Tres minutos en la oscuridad (1994), con el director Pablo Gómez Saénz Ribot; Sin remitente (1995), bajo la dirección de Carlos Carrera; y Al borde (1998), del cineasta Antonio Zavala Kugler.

Es por eso que, como un agradecimiento da un último consejo a los jóvenes cineastas de México y Latinoamérica: “Mi recomendación es no ser concesivos con la perspectiva neocolonial respecto a México, a veces se esperan, no sólo de México sino de América Latina e incluso África, discursos con personajes pasivos, que son su propia sombra, creo que hay que buscar en la realidad de nuestros países. Por ejemplo, México que es un país muy alegre, muy vital, con personajes contradictorios, vivos, palpitantes. No cedamos a la exhortación internacional que quiere una imagen de Latinoamérica anémica y vencida”, finaliza la escritora.

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