Narraban los tepehuanes que el sol había comunicado a la estrella de la mañana que iba a crear a los hombres que habitarían la tierra y que de ellos harían siete razas. Un duende que vagaba en el espacio y que llamaban Cachinipa, que era el genio del mal, escuchó aquella confidencia y creó un enorme dragón de siete cabezas que debería devorar a las siete razas que el sol proyectaba crear.
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Entre los pueblos y comunidades indígenas sus habitantes mantienen leyendas donde se exploran los misterios ancestrales que se adentran en las profundidades de la cultura mexicana, para descubrir los fascinantes mitos que concluyen con la sabiduría indígena ancestral, como en el estado de Chihuahua.
Nuestro país está habitado por una rica diversidad de pueblos y comunidades indígenas poseedores de un invaluable legado cultural. El estado de Chihuahua no es la excepción. Aquí conviven cuatro grupos étnicos que habitan el territorio desde tiempos inmemoriales, entre los cuales destacan los Tepehuanes; también están los Pimas, Rarámuris y Guarojíos.
Mitos y Leyendas
De esta manera, nace la leyenda dentro de la mitología del primer hombre en la tierra. Decían que la luna era más vieja que el sol, que fue envejeciendo y que su luz, debido a la vejez, era ya pálida, del color de sus canas, que sufría al verse tan vieja y que sus lágrimas eran la lluvia que caía sobre la tierra.
El historiador parralense Jesús Vargas Valdez plasma en una compilación en el libro titulado “Leyendas de Chihuahua”, precisamente episodios de este pueblo. De estos relatos destaca el del profesor Everardo Gámiz.
Entre su narrativa cuenta: “Al ver a una joven hermosísima sentada en un peñasco que se alzaba en medio del agua como un pequeño islote, contemplándola, anonadado, sintió palpitar intensamente su corazón a su impulso de su sentimiento de admiración y simpatía, hervía la sangre de sus venas al calor de una sensualidad que hasta entonces no había despertado en él..."
De esa manera inició el idilio entre el primer hombre y aquella joven hija de la luna. Y por ésta, predestinada para ser madre de la raza humana. Aquella pareja dio origen, según la leyenda tepehuana, a la raza Cocoyome, que fue de pequeña talla y habitó lugares intrincados e inaccesibles donde buscó, por su debilidad, un resguardo para su vida…”
Agrega: “Cachinipa no desistía de su propósito de destruir a la raza humana y creó formidables y terribles serpientes que ascendían a los lugares habitados por los Cocoyomes y los devoraban, hasta que la estrella de la mañana pidió a los hostilizados que encendieran fuego con un pedernal y calentaran al rojo vivo piedras que arrojaban al hocico de las serpientes. Lo hicieron así y los reptiles murieron.
Fueron defendidos por los animales de la Sierra, cuenta la leyenda el canto de una paloma porque "el rey del mundo está amenazado y no puedo defenderlo". Así, pasando los animales se reunió un ejército de ellos iniciando un combate que duró horas hasta que un rayo fulminó a los agresores. Los animales que habían luchado en defensa del niño fueron para saludarlo llevándole fruta y flores.
Sin embargo, “muchos naturales habían sido devorados por las serpientes, las mujeres e hijos de las víctimas fueron distribuidos entre los hombres que quedaron para que los mantuvieran. Algunas muchachas fueron confiadas a un hombre que celosamente recogía frutas. plantas, raíces, carne y sangre de conejo o de venado para alimentarlas…” Esto explica la razón de culto de los tepehuanes al águila, al venado y al conejo.
En su relato también nos cuenta: “Hubo días que no se encontró nada y les llevaron sangre que extraían de sus pantorrillas diciéndoles que era de venado; pero al final las mujeres se dieron cuenta del truco e indignadas abandonado la caverna donde vivían yéndose al cielo y convirtiéndose en las Pléyades…”
Significado de Tepehuanes
Entre los tarahumaras y tepehuanes existe una bella y curiosa tradición que, en cierta forma, puede dar a los investigadores una pauta para que traten de explicar la presencia del hombre en América. La palabra “Tepehuanes” quiere decir Serranos; las raíces de la palabra son “Tepetl” cerro y Huan, lugar. Constituía un pueblo cazador y guerrero por idiosincrasia.
En otro concepto, el nombre verdadero es “Tepeguanos”, palabra del idioma Tarahumara que significa “Conquistadores” y cuyo nombre está de acuerdo con su idiosincrasia. Los habitantes utilizaban armas como arcos y flechas, sembraban maíz y elaboraban hilo con algodón.
Publicado originalmente en El Sol de Parral