Ciudad Juárez, Chihuahua.- José Flores Licón está a punto de cumplir la promesa que se hizo cuando era un niño de 6 años: restaurar el ‘vocho’ con cubierta de herrería artística que le dio imagen a Juárez por mucho tiempo.
Este 2021, dicho auto ícono de esta ciudad, cumplirá 50 años de haber sido confeccionado por su abuelo Daniel Flores Carranza –sobrino bisnieto de don Venustiano Carranza-.
Este mismo año su actual dueño cumplirá también medio siglo y nos platica en corto el significado de este acontecimiento.
Flores Licón desea que los juarenses no olviden sus símbolos, que se identifiquen y vuelvan a tener esperanza, al ver como se restauran las cosas queridas y el proyecto que trabaja, abona en ese sentido.
Refiere que así como se restaura el auto de la marca Volkswagen, esta urbe fronteriza también se puede renovar para satisfacción de sus habitantes, tras haber pasado por momentos tan difíciles.
Visiblemente emocionado, narra que en los años 70, su abuelo Daniel, quien además de ser corredor de autos, charro y algo agrónomo, era herrero de corazón, por lo cual platicó con su compadre el gerente de la Volkswagen en Juárez, Julián Arredondo, porque les llegó una revista de Europa, donde vieron un vochito prefabricado con varillas y les llamó mucho la atención.
Julián retó a su abuelo para que hiciera una artesanía a base de varillas, para lo cual convinieron en apostar un dólar para sellar su pacto de caballeros.
El abuelo Daniel aceptó el reto y se dio a la tarea de buscar un auto que le sirviera para sus propósitos, sin embargo no lo localizaba por ningún lado, porque nadie vendía uno y los yonques ni existían.
Fue hasta que una desgracia en la familia ayudó para el objetivo: su padre de nombre José Luis Flores Esqueda tuvo un choque sin resultar lesionado y al enterarse su abuelo inmediatamente le pidió la unidad. En lugar de mandarlo a la agencia lo mandó al taller de herrería.
Son de esas malas noticias que se convierten en fortunas dice José Flores Licón.
Ahí empezó todo, en el taller que se ubicaba en la calle Monterrey, en la colonia Melchor Ocampo.
El abuelo puso manos a la obra con un diseño salido de su mente, con unas varillas muy moldeables tipo filigran con las cuales le dio forma idéntica a la carrocería original.
Con ayuda de varios colaboradores, terminó su obra lo más rápido que pudo, encendió el motor y se fue conduciendo incluso el carro sin placas, directo a la agencia Volkswagen, a buscar a quien le lanzó el reto.
Salió el gerente Julián Arredondo y “se le abrieron los ojos grandotes” y no le quedó otra más que pagar el dólar que apostaron, narra José.
Ah, pero antes de pagar, le dijo que la condición para entregarle el dólar era que se lo dejara en el establecimiento, para presumirlo a quien llegara o pasara por el lugar. Y así se hizo, donde duró un tiempo y los juarenses que lo vieron fueron enamorándose de él.
Por falta de mantenimiento adecuado, el auto finalmente ya no funcionó mecánicamente y estuvo en una galería de la familia en la zona del Pronaf, hasta que con tristeza empezaron a desmontarlo.
Afirma José que con mucha pena se dio a la tarea de desaparecerlo en partes, de una manera muy romántica, para que la gente de Juárez sintiera “dolor” por ver cómo quedaba en el olvido el vocho artístico.
Lo hice a propósito, pero a la vez que la gente viera lo feo que se siente cuando algo nuestro que nos identifica, empieza a desaparecer
Fue hasta hace dos años que la familia concibió la idea de restaurarlo, y en eso han venido trabajando, para lo cual trataron de buscar a quienes ayudaron a su abuelo hace 50 años o bien a sus descendientes, pero ya no localizaron a nadie que pudiera aceptar el proyecto.
Finalmente le recomendaron a Jesús Rosales, un experimentado reparador de vehículos de la marca Volkswagen.
Con 40 años de trayectoria con ese tipo de autos, Jesús y su hijo ahora enfrentan uno de los desafíos más difíciles, al echar a andar el vochito artesanal, para lo cual tuvieron que trabajar con el motor, transmisión, bomba, amortiguación, frenos y cableado. Pieza por pieza
Se preocupan sobre todo de que esté preparado el vehículo para aguantar arrancones y los baches tan comunes en Ciudad Juárez.
Incluso “la carrocería” del “auto del pueblo”, fue también reforzada, para mayor soporte, porque debe estar listo en unas semanas para sobrevivir en las calles de esta urbe.
Una cosa quiere dejar en claro Flores Licón: que el auto no es de su propiedad, sino que es de todos los juarenses, ya que desde que lo vieron en los 70’s, nació una identidad que esperan rescatar pronto.
El vocho ha sido imagen de postales de esta ciudad y portada de muchas revistas y notas nacionales e internacionales.
El carro es una referencia de Juárez, ya que es una pieza única, “un poema” hecho lo más original posible.
Su abuelo ya falleció pero su padre José Luis Flores Esqueda y el resto de su familia, anhelan que ya llegue el día en que puedan ver nuevamente el vocho circulando en las calles de Juaritos.
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