Ciudad Juárez, Chihuahua.- Considerados por muchos años como una expresión cultural, los tatuajes, pasaron de ser una moda a formar parte de la identidad de las personas e inclusive, en ciudades como la nuestra, fueron el distintivo de ciertas pandillas y grupos criminales.
RECIBE LAS NOTICIAS DIRECTO EN TU WHATSAPP, SUSCRÍBETE AQUÍ
Durante la guerra de Felipe Calderón contra el narco, en Juárez, las personas eran juzgadas "por la tinta en su cuerpo", inclusive autoridades integrantes del extinto Operativo Conjunto Chihuahua, realizaban revisiones corporales a sospechosos y detenidos, para determinar a qué célula criminal pertenecían.
Por lo tanto, era común que, en una inspección de rutina, los agentes les pidieran a los hombres levantarse las camisas, ya que tenían plenamente identificado el tipo de imágenes que identificaba a cada uno de los criminales.
Según archivos periodísticos e información difundida en aquel entonces por la Secretaría de Seguridad Pública Municipal y la Subprocuraduría de Justicia, los tatuajes con figuras alusivas a pirámides y la cultura prehispánica, correspondían a la pandilla de "Los Aztecas".
A su vez, las estrellas coloridas, las máscaras de teatro que representan a la comedia y la tragedia, así como el pentagrama, eran característicos de los "Artistas Asesinos", mientras que palabras como "juaritos y sureños", junto con la imagen de una rancherita y el escudo de Hecho en México, distinguían a "Los Mexicles".
Por tal motivo, en aquellos tiempos era común ver imágenes de personas ejecutadas mostrando grandes tatuajes en brazos, piernas, caras y torso, al representar un orgullo portar el emblema del cártel para el que operaban.
A su vez, durante las presentaciones y boletines informativos, se publicaban fotografías de los detenidos así como de todos los grabados impresos en su piel, mismos que eran almacenadas en una base de datos de las corporaciones policiacas.
Esto orilló a varias personas a esconder sus tatuajes, ante el temor de ser confundidos con algún maleante o rival de una de estas agrupaciones, que al igual que en la actualidad, se disputan el control de la plaza.
Jorge Nava López, Fiscal de Distrito, indicó que hoy en día, esto ya no es un problema para los grupos criminales y sus integrantes, debido a que, por las divisiones y alianzas, los tatuajes dejaron de ser la identidad y cultura de cada pandilla.
Sin embargo, para muchos juarenses, está sigue siendo una forma de expresar su vida, su historia o recuerdos vividos, e inclusive, el amor por la familia, que queda plasmada para siempre en la piel.
Así lo dijo "Sol", quién por muchos años ha trabajado atendiendo la barra de un centro nocturno y que, entre algunos de sus más preciados dibujos de tinta, está la primera letra del nombre de su hija rodeada por un corazón, una pieza de rompecabezas que embona con otro tatuada en su pareja y la figura de una señora y su hija con un globo en forma de corazón.
Por su parte, Angélica Santillán, quién es empleada de maquiladora, dijo que para ella más que moda es el "amor por la tinta y el dolor", contando más de 10 tatuajes en distintas partes de su cuerpo.
Incluso, han pagado sumas cercanas hasta los 2 mil pesos por trabajos que toman hasta cuatro sesiones para ser finalizados, por la complejidad de los trazos y el uso de colores, así como la "exclusividad" del artista que editar esta a cargo del diseño.
Lamentablemente, para algunos, el hecho de portar tatuajes ha sido tema de discriminación, al ser considerados como delincuentes y, por si fuera poco, les ha llegado a cerrar las puertas al momento de acudir a solicitar un puesto laboral.
Te puede interesar: