Memorias de Chihuahua
El tráfico de drogas ha sido un tema que ha cobrado enorme relevancia en las últimas décadas, principalmente por los conflictos entre grupos del crimen organizado, el alto consumo de estas sustancias y la narrativa sobre la seguridad nacional que ha imperado en los últimos años y las manifestaciones de la narcocultura.
Sin embargo, desde finales del siglo XIX y principios del XX, hay registro sobre el consumo e introducción de drogas en la región; desde aquellas décadas ya representaba un problema para la sociedad e intervenían agentes de policía, no obstante, el consumo se consideraba más una cuestión de salud pública que de seguridad.
En el año de 1928 hubo al menos dos cateos en la ciudad de Parral: en el primero, la Comandancia de Policía había encontrado cerca de 30 chinos en un fumadero, permanecían dentro de una casa que se ubicaba cerca del río, a una cuadra del Templo de San Nicolás; el segundo, un prófugo que había traído a Parral balas y “drogas heroicas”, sin embargo, tras su fuga, terminó aprehendido en Maturana por agentes de Seguridad Pública.
En el caso de los orientales, aproximadamente 30 chinos se habían reunido a fumar; la mayoría se apellidaba Woo, Cheng y Fong. En ese mismo año, se había girado una orden de cateo en la casa de Salvador S., ya que, según se había informado, aquel hombre guardaba parque de armas y drogas heroicas, estas últimas procedentes del opio.
Lo que muestran estos documentos es que la droga era un sustancia foránea traída por extranjeros o personas de otras regiones de Parral. Por otro lado, encontramos que el consumo de drogas no estaba del todo prohibido si era con fines medicinales e incluso era posible comprar en farmacias productos provenientes de algunas de estas sustancias, según se lee en permisos concedidos a estos negocios en el Archivo Histórico Municipal de Hidalgo del Parral (AHMHP).
Se ha pensado que en los fumaderos, en los cuales se compartían el opio entre pipas, participaban solamente personas provenientes de China, no obstante, en la lista de quienes fueron sorprendidos aquel año también se leen apellidos de origen castellano como Martínez.
Tras haber hecho el cateo en aquella casa con casi treinta chinos y que se encontraba en la calle Escuadra, los agentes de policía habían hallado distintos objetos entre ellos: pipas, tubos con drogas heroicas, una lámpara de aceite, paquetes que guardaban polvo negro (probablemente opio para fumar), una balanza, una caja que servía como cenicero, botes de latón, píldoras, etc.
El otro caso que se tiene registrado es el de Salvador, un hombre que llegó a Parral durante o antes del año 1928, a quien ya se le acusaba de haber metido armas y drogas al país. El Juzgado Penal había ordenado el cateo de la casa de Salvador, ubicada en la calle Mina, por el “delito de ir contra la Salubridad Pública”, tras denuncias de que en ese lugar resguardaba drogas heroicas.
Una vez que agentes de policía habían revisado la casa de Salvador, éste ya se había fugado de la ciudad. En cambio, su esposa, Regina T., se había quedado en Parral. Tras ser cuestionada por las autoridades, ella encubrió el paradero de Salvador durante la investigación del supuesto delito. Al final, también aquella mujer terminó por huir de la ciudad.
A Salvador lo atraparon en la Estación de Maturana, quien había llegado ahí probablemente en algún sitio o automóvil. Entre sus objetos le decomisaron su pistola, la cual fue confiscada por el comandante de Policía.
Si bien, estos documentos nos proporcionan diversos datos sobre estos hechos relacionados con el consumo y probable tráfico de drogas en Parral, no obstante, nos dejan un vacío importante, el cual es las consecuencias una vez que los agentes encontraron tanto a los casi treinta chinos como a Salvador, si estos habían sido llevado a un juicio e incluso a alguna condena.
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