Memorias de Chihuahua
Era el 25 de marzo de 1896 en El Sabinal, municipio de Ascensión. Por aquellos entonces se escuchaba entre la población el proyecto que un grupo de empresarios estadounidenses tenían; y es que se volvió de interés general porque resultaba difícil de concebir que un tren proveniente de El Paso, Texas pudiera llegar hasta las costas de Sinaloa, pasando por aquellas colonias mormonas ubicadas en las inmediaciones del río Casas Grandes. Lo mencionado anteriormente fue tema de conversación en una reunión en la que estuvo el señor Jesús Martínez, la cual culminó a las cuatro de la madrugada.
Una vez terminada la platica, Jesús emprendió camino rumbo a su casa en aquella madrugada del 25 de marzo a las cuatro de la madrugada. En todo el pueblo no se escuchaba ni un alma, solo los pasos de aquel hombre que se dirigía a su hogar en donde su mujer se encontraba esperándolo angustiada. Llegadas la cuatro y cuarto de la mañana, un fuerte estruendo se escuchó justo cuando pasaba por la casa de Henry Fravenfeldem. Jesús, asustado, corrió a la casa de Henry para averiguar que era lo que había ocurrido.
Henry Fravenfeldem era una persona de origen suizo. Tenía 50 años y se fue a vivir a aquel mineral de El Sabinal por las oportunidades que la misma mina ofrecía. A los pocos años de haberse establecido, Henry se casó. Sin embargo, aquel hombre sueco enviudó años más tarde. Fue desde ahí que su conducta cambió, reflejando así la fuerte depresión en la que estaba entrando.
No fue sino hasta en la madrugada de aquel 25 de marzo que Henry optó por poner fin a su situación. Para esto tomó una Colt calibre 44 se recostó en su cama y accionó el gatillo. Minutos después llegaría el señor Jesús Martínez, quien se vio en la necesidad de derribar la puerta, ya que por más que tocaba y gritaba nadie le abría. Cuando por fin pudo entrar, vio al señor Henry acostado con la almohada manchada de sangre. Ante tal escena Jesús corrió como nunca en la vida lo había hecho hacia donde se ubicaba el comisario para darle aviso sobre lo sucedido.
Una vez notificado al comisario, este procedió a dar aviso a las demás autoridades. Cuando llegó el ministerio público a la escena del crimen para determinar lo sucedido, no tardaron demasiado en concluir que, en efecto, el pobre se había suicidado. Posteriormente se procedió en el levantamiento del cuerpo y su posterior necropsia.
Pasados algunos días de aquel trágico suceso, el gobierno de Ascensión se centró en vender tanto la propiedad como todas las pertenencias que Henry había dejado. Para esto se hizo todo un inventario y, mediante una subasta, fue que se vendió todo aquello que quedó intestado. De esta forma terminó la existencia de aquel hombre suizo que dejó todo atrás, y que muy seguramente, se encuentra aún su tumba en aquel panteón abandonado en El Sabinal.
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