/ viernes 19 de julio de 2024

¿Y usted sabe discutir?

Sabemos que en la sociedad actual, las relaciones interpersonales en general, son apasionantes, son fuente de bienestar; pero también de desacuerdos, por lo que es muy frecuente asociar la palabra "discusión"; con la idea de una pelea o confrontación.

Sin embargo, cuando se emplea de manera adecuada, la discusión puede ser un mecanismo valioso, para generar nueva información y solucionar problemas de manera efectiva.

Por lo que es fundamental comprender que la discusión no tiene por qué ser sinónimo de conflicto, sino más bien una herramienta que fomenta el intercambio de ideas y perspectivas, lo cual puede llevar a resultados innovadores y benéficos en diversos ámbitos, ya sea profesional, empresarial o personal.

El problema, no es con quién está discutiendo, sino cómo está discutiendo.

Ya que discutir, no tiene por qué ser algo negativo. Lo importante es cómo se lleva a cabo.

Referir, que discutir no es sinónimo de expresar “su” opinión de forma agresiva, sin antes escuchar a la otra persona.

Por el contrario, discutir puede suponer exponer asertivamente su punto de vista, mientras contrasta e integra el de la otra persona.

Las verdaderas discusiones, ayudan a entender a la otra persona, pero lo más importante es evitar llegar a los insultos y a las agresiones; para que una discusión se convierta, en un intercambio “educado” de impresiones.

Recordemos, que cuando surgen confrontaciones por opiniones diferentes y se llega a una discusión, no hay avance, ni aprendizaje; sino por el contrario, se podría provocar una herida que habría que resolver en el futuro.

Ya que, en el peor de los casos, esto puede ser motivo para que una relación de amistad o de pareja termine, o incluso que se deteriore una relación laboral.

Para poder evitarlo, debemos saber cuándo no hay que llegar a una discusión y cómo podemos hacer, para evitarla de forma asertiva.

Además, puede ser extraño, pero para tener un argumento exitoso, primero debe ponerse de acuerdo sobre lo que está discutiendo.

Porque no se trata de ver quien gana, ya que siempre habrá ideales o valores que chocan entre dos personas, donde por supuesto no hay ninguno más válido que otro.

Por esta razón, es necesario controlar las emociones frente a una discusión, pero lo más importante, es que debemos escuchar correctamente y no mal interpretar a la otra persona.

Porque existen frases, que son muy comunes, que es necesario evitarlas como: “lo sabía”, “te lo dije”, “no entiendes”, “tampoco es para tanto”, “si hubieras hecho”, “eres un(a) ignorante” y muchas otras más, que pueden herir o hacer sentir mal a la otra persona.

Así que es recomendable, mirar en qué nos hemos equivocado y tener la capacidad de rectificar.

Recordemos que, frente al escenario de una discusión, una persona asertiva, es aquella que expresa su opinión de manera firme y con seguridad, respetando las ideas de los demás.

Se trata de una cualidad indispensable para guiarnos con éxito en el terreno personal y profesional, sobre todo, en esta época inundada de polarización, caos, falta de cortesía y una grave falta de respeto a un semejante.

Porque cuando se respetan las ideas de los demás, se sabe mantener el turno de ejercer la palabra, cuyo resultado es crear el interés de los involucrados para poder dialogar; esto nos permite llegar a un entendimiento, porque cuando nos sentimos auténticos y convencidos de lo que somos, es más sencillo llegar a entender que el otro puede ser diferente y esa diversidad enriquece la comunicación.

Sin duda una persona coherente, tiene muchas opciones de llegar a reconducir situaciones complicadas, pero a veces, llegado a cierto punto, también puede ser necesario establecer límites de manera respetuosa pero firme.

Porque ciertamente, un conflicto pude parecer un hormiguero después de un aguacero.

Pero estimado lector(a) de usted depende controlar el hormiguero.

¿Será cierto?

Sabemos que en la sociedad actual, las relaciones interpersonales en general, son apasionantes, son fuente de bienestar; pero también de desacuerdos, por lo que es muy frecuente asociar la palabra "discusión"; con la idea de una pelea o confrontación.

Sin embargo, cuando se emplea de manera adecuada, la discusión puede ser un mecanismo valioso, para generar nueva información y solucionar problemas de manera efectiva.

Por lo que es fundamental comprender que la discusión no tiene por qué ser sinónimo de conflicto, sino más bien una herramienta que fomenta el intercambio de ideas y perspectivas, lo cual puede llevar a resultados innovadores y benéficos en diversos ámbitos, ya sea profesional, empresarial o personal.

El problema, no es con quién está discutiendo, sino cómo está discutiendo.

Ya que discutir, no tiene por qué ser algo negativo. Lo importante es cómo se lleva a cabo.

Referir, que discutir no es sinónimo de expresar “su” opinión de forma agresiva, sin antes escuchar a la otra persona.

Por el contrario, discutir puede suponer exponer asertivamente su punto de vista, mientras contrasta e integra el de la otra persona.

Las verdaderas discusiones, ayudan a entender a la otra persona, pero lo más importante es evitar llegar a los insultos y a las agresiones; para que una discusión se convierta, en un intercambio “educado” de impresiones.

Recordemos, que cuando surgen confrontaciones por opiniones diferentes y se llega a una discusión, no hay avance, ni aprendizaje; sino por el contrario, se podría provocar una herida que habría que resolver en el futuro.

Ya que, en el peor de los casos, esto puede ser motivo para que una relación de amistad o de pareja termine, o incluso que se deteriore una relación laboral.

Para poder evitarlo, debemos saber cuándo no hay que llegar a una discusión y cómo podemos hacer, para evitarla de forma asertiva.

Además, puede ser extraño, pero para tener un argumento exitoso, primero debe ponerse de acuerdo sobre lo que está discutiendo.

Porque no se trata de ver quien gana, ya que siempre habrá ideales o valores que chocan entre dos personas, donde por supuesto no hay ninguno más válido que otro.

Por esta razón, es necesario controlar las emociones frente a una discusión, pero lo más importante, es que debemos escuchar correctamente y no mal interpretar a la otra persona.

Porque existen frases, que son muy comunes, que es necesario evitarlas como: “lo sabía”, “te lo dije”, “no entiendes”, “tampoco es para tanto”, “si hubieras hecho”, “eres un(a) ignorante” y muchas otras más, que pueden herir o hacer sentir mal a la otra persona.

Así que es recomendable, mirar en qué nos hemos equivocado y tener la capacidad de rectificar.

Recordemos que, frente al escenario de una discusión, una persona asertiva, es aquella que expresa su opinión de manera firme y con seguridad, respetando las ideas de los demás.

Se trata de una cualidad indispensable para guiarnos con éxito en el terreno personal y profesional, sobre todo, en esta época inundada de polarización, caos, falta de cortesía y una grave falta de respeto a un semejante.

Porque cuando se respetan las ideas de los demás, se sabe mantener el turno de ejercer la palabra, cuyo resultado es crear el interés de los involucrados para poder dialogar; esto nos permite llegar a un entendimiento, porque cuando nos sentimos auténticos y convencidos de lo que somos, es más sencillo llegar a entender que el otro puede ser diferente y esa diversidad enriquece la comunicación.

Sin duda una persona coherente, tiene muchas opciones de llegar a reconducir situaciones complicadas, pero a veces, llegado a cierto punto, también puede ser necesario establecer límites de manera respetuosa pero firme.

Porque ciertamente, un conflicto pude parecer un hormiguero después de un aguacero.

Pero estimado lector(a) de usted depende controlar el hormiguero.

¿Será cierto?

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viernes 23 de agosto de 2024

¿Y usted tiene discreción?

En el mundo dominado por las redes sociales, la premisa es publicar todo lo que hacemos; así. que es muy común, que las personas siempre estemos presumiendo de nuestros logros o nuestros méritos, buscando la admiración de los demás. Por lo que, exponernos y exponer todo lo que hacemos está de moda. Da igual de lo que se trate: lo que cocinamos, cuándo viajamos, qué ropa utilizamos y dónde la compramos, los logros de nuestros hijos, o qué hacemos cuando nos aburrimos, y hasta las peripecias que hace nuestro perro. El propósito es compartir y exponer la vida privada, la cotidianeidad de cada uno, para que la “vean” nuestras amistades más cercanas, pero además la mayor cantidad de gente. Así, en un mundo de infinitos escaparates, la discreción parece ser un valor que ha quedado en desuso, o en todo caso olvidado. La discreción, hace referencia a la cautela, para no contar lo que uno sabe o para guardar un secreto, cuando no hay necesidad de que lo sepan o conozcan los demás. A veces somos tan abiertos con otras personas, que incurrimos en riesgos, que ni siquiera sabemos que existen, ni las consecuencias que nos van a generar. Además, es habitual entre nosotros, que compitamos con quienes nos rodean, para conseguir figurar en los primeros puestos, buscando el reconocimiento social. Curiosamente en este contexto, la discreción resulta ser una virtud escasa, que facilita la convivencia y las relaciones personales, tanto en los entornos laborales, como en los domésticos o familiares. Frente a estos escenarios, una persona discreta sabe ser cautelosa y callar cuando es conveniente; además también es reservada, especialmente con los asuntos de los demás. Curiosamente una persona con estas cualidades, es confiable y un confidente ideal, con la que podríamos compartir una preocupación, un problema o incluso confiarle un secreto íntimo o privado. Porque estos secretos, no serán compartidos, ni medio compartidos, con otros. Una persona discreta, sabe actuar y hablar con tacto, desde la cercanía, haciendo siempre sentir cómoda a otra persona. Suele ser sensata y no busca figurar, ni ser protagónico. Por lo general no habla de sí misma, ni de sus virtudes ni de sus méritos frente a terceros. Aunque es consciente de ellos y de su valor, se siente más cómoda haciendo visibles las virtudes y los méritos de los demás. No tiene prisa, ya que siempre sabe esperar, hasta que llega el momento oportuno para actuar. Es importante referir, que las personas faltas de discreción, se verán en dificultades para ocultar su verdadero ser, y tratarán de enmascarar todo con excusas. Podríamos mencionar que el valor de la discreción, es directamente proporcional a la prudencia. La discreción es simplemente la base de la confianza. Que extraño se “escucha” que la discreción es la base la confianza; recordemos que la confianza, es resultado de un proceso de conocimiento y aprendizaje, la cual podemos perder en un instante. Porque estimado lector sin dudarlo, usted y un servidor, no nos sentiríamos seguros de compartir información, con personas que puedan darla a conocer con otras personas, con quienes no tenemos empatía o no conocemos. Lo más recomendable es que, si usted desea ser generoso, hágalo con cualquier cosa, menos con la información de los otros. Recuerde que una persona prudente se comporta, con sensatez, eligiendo en cada momento el comentario oportuno, también tiene el control con la información, al ejercer la discreción evitando traicionar el secreto o la intimidad de otros. Esto es un ejemplo de respeto, hacia quien le ha confiado información personal y privada; además es una muestra de lealtad. Y lo más importante una persona discreta y prudente, entiende y valora las emociones que puede sentir el otro y procura no provocar su dolor. Porque una frase o una conducta imprudente, acaban con todo y cambian la opinión que los demás tienen de usted. Recuerde que la confianza, es básica en las relaciones personales. Sin ella no podemos mantener relaciones profundas, tan solo frívolas, y superficiales. Porque una de las ventajas de ser prudente, es que usted consigue tener relaciones personales de calidad y respeto. Así que estimado lector, la pregunta obligada: ¿Y usted tiene el poder de la discreción?

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