/ martes 26 de noviembre de 2024

Un mundo financiero sostenible… / Parte II

Dando continuidad con la columna anterior, en donde abordé la creación de dos normas de información de sostenibilidad (NIS) bajo la premisa de estandarizar la comunicación de sostenibilidad por parte de las empresas y que puedan dar a conocer, bajo estándares homogéneos, cómo viven la cultura de la sostenibilidad. Esto sin duda representa un precedente importante que demuestra que esta cultura está permeando de manera constante, probablemente no al ritmo que muchos quisiéramos o esperaríamos, pero si al menos, de manera constante y por lo tanto representa una muestra clara de que estamos avanzando hacia la vía para atender el desafío de la sostenibilidad.

Estas normas, las cuales entrarán en vigor el próximo enero de 2025, consideran 30 indicadores básicos de sostenibilidad los cuales representan las métricas estándares para que una entidad pueda conocer con mayor claridad y universalidad su estatus de sostenibilidad; entre estos indicadores, 21 son cuantitativos y 9 son cualitativos y se dividen en tres áreas: ambiental, social y de gobernanza o gobierno corporativo; algunos de los indicadores que se consideran para el área ambiental son emisiones de gases de efecto invernadero en sus 3 alcances, consumo de energía, descarga de aguas residuales, agua ingresada proveniente de zonas con estrés hídrico, uso de suelo dentro o cercano a zonas de riesgo para la biodiversidad, residuos generados y aprovechados, residuos peligrosos, entre otros; para el área social, se consideran indicadores de desempeño y desarrollo profesional, accidentes y enfermedades de trabajo, brecha salarial, gestión de la salud y seguridad ocupacional, entre otros; y para el área de gobernanza, abordan indicadores como mujeres en el consejo administrativo, órgano de vigilancia independiente, política de administración de riesgos, estrategia de sostenibilidad, código de integridad y ética, entre otros.

Dentro de los múltiples beneficios que pueden obtenerse al aplicar certificaciones o estándares de sostenibilidad, no se reduce hacia una mejor reputación de la marca, sino que realmente incide en los costos operativos y de producción permitiendo un mejor rendimiento financiero, se reducen y gestionan los impactos y se promueve una actividad mucho más adaptada y respetuosa con el sistema ambiental y sus servicios, aumenta la transparencia y confiabilidad, por mencionar algunos.

Como podemos ver, son propuestas que, si se realizan en total cumplimiento y no solo con una finalidad informativa, sacuden las formas tradicionales de producir, de operar y de generar economía, son normas que llevan a los sectores económicos y productivos a otro nivel buscando hacerles ver que la sostenibilidad no puede verse como algo ajeno a los sistemas de producción, que la triple crisis planetaria y el cambio ambiental global demandan fuertemente el voltear a ver estos esquemas circulares, sostenibles y adaptados.


Líder de sostenibilidad y medio ambiente Chihuahua Futura.


Dando continuidad con la columna anterior, en donde abordé la creación de dos normas de información de sostenibilidad (NIS) bajo la premisa de estandarizar la comunicación de sostenibilidad por parte de las empresas y que puedan dar a conocer, bajo estándares homogéneos, cómo viven la cultura de la sostenibilidad. Esto sin duda representa un precedente importante que demuestra que esta cultura está permeando de manera constante, probablemente no al ritmo que muchos quisiéramos o esperaríamos, pero si al menos, de manera constante y por lo tanto representa una muestra clara de que estamos avanzando hacia la vía para atender el desafío de la sostenibilidad.

Estas normas, las cuales entrarán en vigor el próximo enero de 2025, consideran 30 indicadores básicos de sostenibilidad los cuales representan las métricas estándares para que una entidad pueda conocer con mayor claridad y universalidad su estatus de sostenibilidad; entre estos indicadores, 21 son cuantitativos y 9 son cualitativos y se dividen en tres áreas: ambiental, social y de gobernanza o gobierno corporativo; algunos de los indicadores que se consideran para el área ambiental son emisiones de gases de efecto invernadero en sus 3 alcances, consumo de energía, descarga de aguas residuales, agua ingresada proveniente de zonas con estrés hídrico, uso de suelo dentro o cercano a zonas de riesgo para la biodiversidad, residuos generados y aprovechados, residuos peligrosos, entre otros; para el área social, se consideran indicadores de desempeño y desarrollo profesional, accidentes y enfermedades de trabajo, brecha salarial, gestión de la salud y seguridad ocupacional, entre otros; y para el área de gobernanza, abordan indicadores como mujeres en el consejo administrativo, órgano de vigilancia independiente, política de administración de riesgos, estrategia de sostenibilidad, código de integridad y ética, entre otros.

Dentro de los múltiples beneficios que pueden obtenerse al aplicar certificaciones o estándares de sostenibilidad, no se reduce hacia una mejor reputación de la marca, sino que realmente incide en los costos operativos y de producción permitiendo un mejor rendimiento financiero, se reducen y gestionan los impactos y se promueve una actividad mucho más adaptada y respetuosa con el sistema ambiental y sus servicios, aumenta la transparencia y confiabilidad, por mencionar algunos.

Como podemos ver, son propuestas que, si se realizan en total cumplimiento y no solo con una finalidad informativa, sacuden las formas tradicionales de producir, de operar y de generar economía, son normas que llevan a los sectores económicos y productivos a otro nivel buscando hacerles ver que la sostenibilidad no puede verse como algo ajeno a los sistemas de producción, que la triple crisis planetaria y el cambio ambiental global demandan fuertemente el voltear a ver estos esquemas circulares, sostenibles y adaptados.


Líder de sostenibilidad y medio ambiente Chihuahua Futura.