/ viernes 29 de noviembre de 2024

Transformar el silencio en justicia

Hay días en los que las palabras resultan insuficientes frente al dolor y la indignación. El pasado 26 de noviembre, en el marco del Día Internacional de la Erradicación de la Violencia contra la Mujer, transformamos esas palabras en un grito desde el Congreso de Chihuahua: nuestras vidas valen.

Desde el recinto, la memoria de Campo Algodonero nos observaba como un recordatorio doloroso de la negligencia y la violencia sistemática contra las mujeres. Pero no es solo ese caso el que duele: son las miles de mujeres asesinadas en el anonimato, cuyos nombres no llegaron a los titulares, sin justicia, sin memoria. Son las familias que siguen esperando respuestas y una sociedad que llora en silencio.

No podemos quedarnos en actos protocolarios. Conmemorar debe ser una promesa de cambio real, un compromiso con quienes han sido silenciadas.

Por eso, desde la Bancada Naranja presentamos una iniciativa contundente en materia de feminicidios. Esta propuesta agrava las penas cuando los crímenes se cometen contra mujeres de pueblos originarios y afromexicanas. También establece agravantes por el uso de armas, instrumentos que perpetúan la violencia y deshumanizan a las víctimas.

Chihuahua tiene cicatrices profundas, pero también memoria. Sin embargo, no basta con condenar la violencia: debemos transformarla en acción. Es nuestra obligación nombrar lo innombrable y enfrentar las heridas más profundas de nuestra sociedad.

Estos actos no pueden concluir con aplausos, porque la tarea está lejos de terminar. Pero pueden cerrar con algo más poderoso: la certeza de que estamos ante una oportunidad histórica para cambiar el rumbo.

Lo que vivimos en noviembre no es solo una conmemoración. Es un acto de memoria, dignidad y compromiso. Mientras recordamos a las que ya no están, elegimos luchar por quienes aún están aquí: nuestras hijas, hermanas, amigas. Por nosotras mismas.

Chihuahua debe ser recordado no por su dolor, sino por su capacidad de transformarlo. Ese será nuestro verdadero legado: un estado donde las mujeres puedan vivir plenamente, no solo sobrevivir. Y ese futuro empieza hoy.


Lic. en Negocios. Diputada local por Movimiento Ciudadano


Hay días en los que las palabras resultan insuficientes frente al dolor y la indignación. El pasado 26 de noviembre, en el marco del Día Internacional de la Erradicación de la Violencia contra la Mujer, transformamos esas palabras en un grito desde el Congreso de Chihuahua: nuestras vidas valen.

Desde el recinto, la memoria de Campo Algodonero nos observaba como un recordatorio doloroso de la negligencia y la violencia sistemática contra las mujeres. Pero no es solo ese caso el que duele: son las miles de mujeres asesinadas en el anonimato, cuyos nombres no llegaron a los titulares, sin justicia, sin memoria. Son las familias que siguen esperando respuestas y una sociedad que llora en silencio.

No podemos quedarnos en actos protocolarios. Conmemorar debe ser una promesa de cambio real, un compromiso con quienes han sido silenciadas.

Por eso, desde la Bancada Naranja presentamos una iniciativa contundente en materia de feminicidios. Esta propuesta agrava las penas cuando los crímenes se cometen contra mujeres de pueblos originarios y afromexicanas. También establece agravantes por el uso de armas, instrumentos que perpetúan la violencia y deshumanizan a las víctimas.

Chihuahua tiene cicatrices profundas, pero también memoria. Sin embargo, no basta con condenar la violencia: debemos transformarla en acción. Es nuestra obligación nombrar lo innombrable y enfrentar las heridas más profundas de nuestra sociedad.

Estos actos no pueden concluir con aplausos, porque la tarea está lejos de terminar. Pero pueden cerrar con algo más poderoso: la certeza de que estamos ante una oportunidad histórica para cambiar el rumbo.

Lo que vivimos en noviembre no es solo una conmemoración. Es un acto de memoria, dignidad y compromiso. Mientras recordamos a las que ya no están, elegimos luchar por quienes aún están aquí: nuestras hijas, hermanas, amigas. Por nosotras mismas.

Chihuahua debe ser recordado no por su dolor, sino por su capacidad de transformarlo. Ese será nuestro verdadero legado: un estado donde las mujeres puedan vivir plenamente, no solo sobrevivir. Y ese futuro empieza hoy.


Lic. en Negocios. Diputada local por Movimiento Ciudadano