/ lunes 19 de abril de 2021

Quitar a MORENA… ¿Y luego?

Mucho se ha hablado de MORENA y de MALO. Desde hace muchos años se anunciaba que su llegada a Palacio Nacional representaba un peligro para México; sus discursos avisaban por sí mismos su objetivo de volcar al país hacia políticas socialistas y ahora, no podemos decirnos engañados al ver cómo dirige al país hacia el acantilado.

Los expertos han mencionado que su arribo al poder es la expresión fidedigna de la grave y profunda corrupción por la que atraviesa la política mexicana, observación que compartimos en muchos aspectos; sin embargo, ahora, en un momento electoral, y viendo cómo la ‘‘oposición partidista’’ batalla tanto para presentarle un ‘‘bloque opositor’’ al tirano, nos hace pensar que hay un aspecto que no hemos asimilado con la seriedad requerida.

Iniciemos reconociendo que López siempre ha tenido una visión política y objetivos muy definidos; durante toda su vida pública, y más allá de las campañas electorales, se ha dedicado a transmitir una misma línea discursiva que logró permear en la sociedad con una fuerza que superó cualquier eslogan de: ‘‘MALO, el peligro de México’’.

Por otro lado, durante todos estos años la ‘‘oposición de partidos’’ no puso sobre la mesa ninguna visión de país, ni mucho menos hizo algún esfuerzo por transmitir ideales u objetivos claros a la ciudadanía; aún ahora, sus principales preocupaciones se centran en temas económicos y en mantener un equilibrio en el poder que les permita asegurar su lugar en la mesa principal.

Es muy cierto que hay que vencer al despotismo, eso no lo negamos; pero no nos creamos la historia de que con quitar a MORENA del poder, todo estará resuelto. Votar para cambiar de dueño no nos va a conseguir mejores oportunidades de vida; de hecho, si esperamos resolver los graves y complejos problemas que enfrentamos, con el simple hecho de acudir a votar; a la vuelta de los años tendremos en la silla presidencial y en todos los cargos de elección popular, a personajes mucho más indignos de los que ya tenemos.

Bajo esta lógica incompleta y conformista, cientos de candidatos están saliendo a las calles con la única propuesta de recuperar la Cámara de Diputados e impedir que los gobiernos locales queden subordinados ante el poder central.

Pero si lo analizamos detalladamente, esto no es una propuesta. Probablemente es la salida inmediata ante la catástrofe, más la cuestión de fondo radica en saber ¿Qué cambiará al quitar a MORENA?, ¿Cuál será la agenda legislativa de la alianza ‘‘Va Por México’’? y ¿Cuál será su postura en temas como el aborto, la ideología de género, la educación de los hijos, la adopción, la libertad religiosa y muchos otros que se discuten a escondidas para no levantar a la marea celeste?

Y es que más allá de la temible opresión económica, está la tiranía de las conciencias, esa que con agudeza se encamina en trastorna el lenguaje, limitar el pensamiento, profanar la fe y desvirtuar lo natural; lo más trágico es, que con mayor frecuencia y radicalidad se promueven iniciativas de leyes que apenas y presentan una heróica resistencia desde los mismos curules.

Es este el peligro más dañino para México y no aquel que por momentos suprime los aspectos materiales de nuestra vida; pues aunque MALO haya cancelado el aeropuerto de Texcoco, desaparecido fideicomisos y reformado la Ley de Hidrocarburos, son temas que con cierta facilidad pueden ser corregidos y vueltos al cauce de lo que más le conviene al país.

Lo que realmente nos atrofia es la tibieza con la que los actores públicos se manejan para no tener que enfrentar una tiranía ideológica que supera con creces a cualquier carencia material y de la cual muy poco se habla en estos tiempos electorales.

Nos urge centrarnos en la construcción de una visión de país que trascienda a cualquier propaganda electoral y que forzosamente deberá partir de la protección de la vida y la familia, porque es la única garantía real que tenemos para el futuro; todo lo demás tiende a desvanecerse con el tiempo.