/ viernes 19 de abril de 2024

Poder, una grave obsesión

“El intento de combinar sabiduría y poder, rara vez ha sido exitoso”.

Albert Einstein

Sin duda tener una situación privilegiada dentro de un grupo social, puede permitirnos vivir de una forma mucho más cómoda y placentera, algo que como humanos, siempre hemos buscado desde hace miles de años.

Recordemos que el poder, tiende a corromper a quien lo ejerce; los ejemplos son innumerables en el ámbito político, económico, religioso, militar o social; ya que el ejercicio del poder puede llevar a "perder la cabeza", a una persona o a un grupo que comulga con los mismos intereses perniciosos y enajenantes.

Los ejemplos son muchos a lo largo de la historia, ya que quien tiene poder, siempre ha encontrado la manera de utilizarlo, para evadir su responsabilidad y sentir que se está por encima de todo y de todos.

La realidad es que quien tiene algo de poder, tiene una inherente necesidad de ser “admirado” y buscar relevancia.

Es como una adicción sin drogas, que en algunos casos puede compararse con las personas atraídas al juego o al sexo; ya que siempre se quieres más y más, porque nunca será suficiente.

Es frecuente que quien tenga poder, sus conversaciones serán menos colaborativas para un grupo, o en su caso sus conversaciones son banales y nada productivas, cuando se presentan en alguna reunión social; ya que solo hablan y comparten logros personales, ejemplos como: la marca de la ropa que portan, del último auto comprado de marca reconocida, la enfermedad de su mascota, del “hobby” de coleccionar artículos tan disímbolos en los que gastan grandes fortunas, del último modelo de teléfono móvil y también de presumir a su “acompañante” curvilínea exótica, inundada de toxina botulínica, con implantes por doquier y unos dientes cubiertos de carillas extremadamente blancas; (bueno se tiene con qué pagar esos lujos, caprichos y manías) y lo peor, es que siempre creen tener la razón, dando la imagen de un “sabelotodo” o intelectuales, solo porque en redes sociales, fueron testigos de alguna dizque estrella del espectáculo que “enseño de más o hizo un berrinche”,

Recordemos que una vez que las personas obtienen el poder, pierden parte de las “capacidades que necesitaban para conseguirlo”; por lo que su generosidad, amabilidad y preocupación por el bien común, cambian drásticamente por prioridades personales y/o familiares.

Los especialistas también refieren, que quien ejerce el poder, podría incurrir en decisiones financieras peligrosas y terminar en desastres económicos afectando a la comunidad.

Los griegos, la llamaban <hybris> que significa arrogancia que conlleva pasión violenta inspirada por la diosa de la obcecación, Ate, diosa del mal y la fatalidad, que arrastra a los héroes y a los poderosos a avasallar al prójimo y que Némesis, la diosa encargada de restablecer la justicia quien castiga a hybris (arrogancia) siempre concluye en tragedia.

Sin duda, la espiral del poder engulle todo y termina también por acabar, con lo poco que tienen los ciudadanos, bajo el precepto de salvar a la patria.

Curiosamente la fascinación del poder ha traspasado el tiempo y sigue vigente hasta nuestros días; donde en México, tan solo se muestra un decorado de buenas intenciones, resguardadas en leyes que a pocos importan, y en instituciones casi desaparecidas.

En esta situación, el poder sólo sirve como apoyo a la embriaguez, frente a un escenario donde la vida se contamina de prepotencia, blasfemia, desprecio, odio, rencor y muerte.

No podemos dejar de mencionar, que el poder es fascinante para muchos y que además es un asunto de nuestra vida diaria. Está demostrado que 6 de cada 10 personas, no podrán resistirse a la curiosidad y a la “virtud estética que nos arroja el espejo”, de ver reflejada una figura que detenta el poder; pero es necesario considerar que toda lucha de poder, siempre será peligrosa y que por supuesto, siempre tendrá daños colaterales en la sociedad.

Porque si quieres medir el carácter de un ser humano, dale poder.

Mientras tanto temas como: abuso de autoridad, violencia, nepotismo, impunidad, corrupción, inseguridad, extorsión, homicidio doloso y otros más; son los verdaderos problemas, que enfrentamos los mexicanos.

Thomas Jefferson, refería que; “La experiencia ha demostrado que incluso bajo las mejores formas de gobierno, los encargados del poder, con el tiempo lo han pervertido en tiranía”.

¿Será cierto?

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viernes 23 de agosto de 2024

¿Y usted tiene discreción?

En el mundo dominado por las redes sociales, la premisa es publicar todo lo que hacemos; así. que es muy común, que las personas siempre estemos presumiendo de nuestros logros o nuestros méritos, buscando la admiración de los demás. Por lo que, exponernos y exponer todo lo que hacemos está de moda. Da igual de lo que se trate: lo que cocinamos, cuándo viajamos, qué ropa utilizamos y dónde la compramos, los logros de nuestros hijos, o qué hacemos cuando nos aburrimos, y hasta las peripecias que hace nuestro perro. El propósito es compartir y exponer la vida privada, la cotidianeidad de cada uno, para que la “vean” nuestras amistades más cercanas, pero además la mayor cantidad de gente. Así, en un mundo de infinitos escaparates, la discreción parece ser un valor que ha quedado en desuso, o en todo caso olvidado. La discreción, hace referencia a la cautela, para no contar lo que uno sabe o para guardar un secreto, cuando no hay necesidad de que lo sepan o conozcan los demás. A veces somos tan abiertos con otras personas, que incurrimos en riesgos, que ni siquiera sabemos que existen, ni las consecuencias que nos van a generar. Además, es habitual entre nosotros, que compitamos con quienes nos rodean, para conseguir figurar en los primeros puestos, buscando el reconocimiento social. Curiosamente en este contexto, la discreción resulta ser una virtud escasa, que facilita la convivencia y las relaciones personales, tanto en los entornos laborales, como en los domésticos o familiares. Frente a estos escenarios, una persona discreta sabe ser cautelosa y callar cuando es conveniente; además también es reservada, especialmente con los asuntos de los demás. Curiosamente una persona con estas cualidades, es confiable y un confidente ideal, con la que podríamos compartir una preocupación, un problema o incluso confiarle un secreto íntimo o privado. Porque estos secretos, no serán compartidos, ni medio compartidos, con otros. Una persona discreta, sabe actuar y hablar con tacto, desde la cercanía, haciendo siempre sentir cómoda a otra persona. Suele ser sensata y no busca figurar, ni ser protagónico. Por lo general no habla de sí misma, ni de sus virtudes ni de sus méritos frente a terceros. Aunque es consciente de ellos y de su valor, se siente más cómoda haciendo visibles las virtudes y los méritos de los demás. No tiene prisa, ya que siempre sabe esperar, hasta que llega el momento oportuno para actuar. Es importante referir, que las personas faltas de discreción, se verán en dificultades para ocultar su verdadero ser, y tratarán de enmascarar todo con excusas. Podríamos mencionar que el valor de la discreción, es directamente proporcional a la prudencia. La discreción es simplemente la base de la confianza. Que extraño se “escucha” que la discreción es la base la confianza; recordemos que la confianza, es resultado de un proceso de conocimiento y aprendizaje, la cual podemos perder en un instante. Porque estimado lector sin dudarlo, usted y un servidor, no nos sentiríamos seguros de compartir información, con personas que puedan darla a conocer con otras personas, con quienes no tenemos empatía o no conocemos. Lo más recomendable es que, si usted desea ser generoso, hágalo con cualquier cosa, menos con la información de los otros. Recuerde que una persona prudente se comporta, con sensatez, eligiendo en cada momento el comentario oportuno, también tiene el control con la información, al ejercer la discreción evitando traicionar el secreto o la intimidad de otros. Esto es un ejemplo de respeto, hacia quien le ha confiado información personal y privada; además es una muestra de lealtad. Y lo más importante una persona discreta y prudente, entiende y valora las emociones que puede sentir el otro y procura no provocar su dolor. Porque una frase o una conducta imprudente, acaban con todo y cambian la opinión que los demás tienen de usted. Recuerde que la confianza, es básica en las relaciones personales. Sin ella no podemos mantener relaciones profundas, tan solo frívolas, y superficiales. Porque una de las ventajas de ser prudente, es que usted consigue tener relaciones personales de calidad y respeto. Así que estimado lector, la pregunta obligada: ¿Y usted tiene el poder de la discreción?

Roberto Espíndola

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