En estos últimos días de efervescencia política universitaria, se ha querido vender la idea de que lo que requiere nuestra UACJ es un “candidato de unidad”. Bien, ¿Pero que significa esto? ¿Unidad de quienes, para qué? Habría que discernir los intereses que se unificarían y las formas de inclusión de una comunidad universitaria cada vez más plural y consciente de sus derechos. Habría que preguntarse si esta unidad representaría lo que nuestra universidad merece y necesita, o bien, representaría la repartición de una serie de grandes privilegios para unos cuantos.
En primera instancia, habría que conocer si se trata de una unidad impuesta o de una unidad conciliadora. Creo que para no pocos universitarios e incluso para muchos trasnochados periodistas, la unidad estaría entendida como la forma tradicional de imposición del candidato preferido por el rector, el gobernador o el “gran señor” en turno. Por lo tanto, la unidad se lograría con la negociación de puestos, negocios, estancias académicas, años sabáticos, re-categorizaciones, contratación de familiares, etc. Bajo esta premisa, existe el “ya me toca”, una especie de derecho de retribución por los “sacrificios” históricos ofrecidos a los “grandes Tlatoani”, y que se le ha escuchado mencionar como forma de legitimación de algunos aspirantes. Por lo tanto, esta forma de “unidad”, anti-democrática por naturaleza estaría basada en una designación caprichosa y no en una competencia por el mejor perfil.
El problema de esta forma de unidad radica en que, de acuerdo la percepción de muchos universitarios, algunos operadores políticos de aspirantes a la rectoría, han recurrido a una serie de comportamientos que no dejan entrever el tan esperado cambio que la comunidad universitaria requiere.
Por lo tanto, tomando en cuenta la cantidad dispersa de fuerzas políticas representadas en el consejo universitario, la libertad con la que un sector de la comunidad universitaria se ha expresado y actuado; conociendo la cantidad de aspirantes con legitimidad que han decidido contender y la total ausencia de operación política externa, todo esto aunado a los cambios que han reconfigurado el panorama político en todos los niveles.
Es por lo anterior, que me parece pertinente resumir aquí y a modo de recomendación, un resumen de lo consensuado con varios colegas sobre lo que consideramos sería una legítima candidatura de unidad:
- Desarrolle una capacidad de persuasión positiva y sensibilidad política. Reconozca la riqueza y aportaciones de los académicos y administrativos de esta institución. No deje que la desesperación por alcanzar la rectoría abrume sus pensamientos y actuaciones, visualice los elementos en común con los distintos grupos de interés y construya consensos.
- No legitime sus aspiraciones con base en la pertenencia a un partido o grupo político externo a la institución. Aunque a muchas personas les guste o no, la UACJ se distingue por la diversidad política y académica de sus miembros; dese cuenta de las diversas ideologías que ha hecho tradición en la institución.
- Elija bien a sus operadores políticos. Si son externos, asegúrese que conocen las particularidades de esta universidad, recuérdeles que la UACJ no es la UACH, y explique bien lo que es la autonomía; evalúe las ventajas y desventajas que su presencia en la institución le dará a su imagen como candidato, pero sobre todo pídales que actúen a tiempo y con prudencia. De la misma forma, si sus operadores son internos, observe cual es la imagen y liderazgo que tienen ante la comunidad universitaria, y asegúrese que evitar usar la expresión “ya le toca” al referirse al candidato que apoyan.
- No se ocurra ofrecer dádivas a cambio del apoyo o el voto. Recuerde que estamos por entrar en la segunda década del siglo XXI, los votos ya no se aseguran como en el siglo pasado.
- No “charolee” con la “venia” del señor tlatoani, eso desgastará su imagen. Enaltezca su perfil y justifíquelo en función de las necesidades de la universidad, “charolear" es mal visto por una gran cantidad de miembros de la comunidad académica.
- Evite reflejar las formas tradicionales de imposición, se supone que usted promete un cambio. Esto demostrará congruencia, la comunidad académica requiere formas distintas de hacer política.
- Genere confianza para sumar voluntades, no ataque a los contrincantes ni a sus seguidores. Busque la manera de sumarlos sin comprometer los valores de honestidad y congruencia que requerimos.
- Cuide sus alianzas, recuerde el dicho “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Sus alianzas con grupos dentro de la universidad definen las verdaderas intenciones que usted tiene. Si cometió errores en su alianzas anteriores y pudo salir de ellas, ¡No vuelva a entrar de nuevo! Los puntos negativos se le van a duplicar… o triplicar.
- Evite en usted y en sus operadores la utilización de expresiones sexistas. Permitir que los voceros que Usted ha utilizado para fortalecer su imagen, se expresen de manera sexista en contra de académicas que se han atrevido a expresarse en contra de sus intereses, solo le va a multiplicar la animadversión.
- Favorezca el sentido social de una universidad pública. La Universidad está hecha para generar beneficio en la comunidad. Para que la universidad pueda beneficiar a la comunidad, deberá estar compuesta por miembros que ven una realización personal en la vida universitaria. Dese cuenta que el principal reto que tiene frente a sí, es conciliar toda esa multiplicidad de anhelos con su visión de universidad. Todo lo demás, se dará por añadidura.
Mis colegas y yo estamos convencidos de que el candidato que se diga de unidad, deberá cumplir con todos los requisitos. La Universidad ha pagado muy caro no transitar hacia el cambio que requiere, recuerde que cada vez mas miembros de la comunidad universitaria estamos convencidos de que no queremos “cambiar de dueño, sino dejar de ser perros”, la universidad y Ciudad Juárez se lo merecen.