Vivimos en un país donde la violencia es el pan de cada día desde 2006, cuando Felipe Calderón decidió patear el avispero, declarando una guerra sin estrategia. Después de muchos años, nos dimos cuenta de que el comandante de ésta, García Luna, era el verdadero villano de la historia. Desde entonces, ha sido imposible controlar los principales indicadores que nos dicen que la situación no va bien.
La responsabilidad se pasa de un gobierno a otro, y de un nivel a otro. El punto es que los resultados han sido escasos. No sólo en los delitos del fuero federal, sino también en los estatales, donde las cosas tampoco mejoran. ¿Entonces, cuál es la respuesta? No hay una respuesta definitiva, pero los experimentos deben realizarse. Solo un loco cree que haciendo lo mismo obtendrá resultados diferentes. El problema es que no se han implementado estrategias que han sido exitosas en otros países, como la legalización de ciertas drogas, el fortalecimiento real de las policías municipales, la atención directa a las adicciones, entre otras. Solo se ha optado por el camino de darle fundamentos legales a la participación de las fuerzas armadas en el combate a delitos de alto impacto.
Muchos se alarman porque la Guardia Nacional tenga mandos militares. La verdad es que, en los hechos, desde su creación siempre fue militar. Además, es importante saber que la mayoría de los países europeos tienen policías nacionales civiles y también una policía militar. Este esquema ha funcionado allá, y es algo que también podría ayudarnos en México.
En lo que nunca he estado de acuerdo es en otorgar a los militares la administración total de aeropuertos, aduanas, empresas estatales, etc., porque ahí sí es un tema en el que no son competentes dentro de su razón de existir. Esos son premios que se otorgaron y que entraron en un camino sin retorno. Entiendo que nuestras fuerzas armadas son las instituciones con mayor confianza en el país, y este factor ha motivado muchas decisiones. Sin embargo, exponerlos a estos retos administrativos puede resultar en una pérdida de confianza, algo que nadie quiere que suceda.
Esta semana se aprobó el cambio de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional. Este era el último paso que faltaba para que todo el cuerpo fuera completamente militar. En los últimos años, desde el cambio de Policía Federal a Guardia Nacional, ha habido problemas en la adaptación natural de los militares para realizar labores administrativas, como la supervisión de carreteras federales, la gestión de accidentes, aeropuertos, etc. Estas curvas de aprendizaje afectan la operatividad del país, ya que los cambios se realizan sin la debida capacitación del nuevo personal. Esto también podría ocurrir ahora con la elección de jueces y magistrados del Poder Judicial. Por ello, es importante que no se limite a integrar a los militares en nuevas labores, sino que reciban la capacitación adecuada para desempeñarlas correctamente, antes de que se pierda la confianza en esta institución.