/ viernes 25 de octubre de 2024

Las aporías de la belleza

Vivimos en un tiempo, en el que la imagen exterior es tan importante, que ha llegado acondicionar nuestras vidas. La obsesión por la belleza no es ninguna novedad; sin embargo, en un mundo donde reinan las redes sociales y elinternet; han potenciado esta preocupación por mantener un perfeccionismo físico, que resulta preocupante tanto por su impacto social, como el psicológico.

Ahora estamos subordinados a “deidades enajenantes” que están al servicio de la belleza; hasta convertirnos en esclavos de una imagen, que nos aleja de nuestra esencia y nos impide enfocarnos en lo verdaderamente importante como es: nuestra salud, así como el desarrollo personal, intelectual y emocional.

Sabemos que la belleza, es un valor de “culto” para muchos, ya que supuestamente conlleva prestigio, seguridad y en algunos casos superioridad, aunque, a veces se logra, a costa del sacrificio de otros valores primordiales.

Somos voraces consumidores del cuerpo delgado, joven y sensual.

Nunca el cuerpo ha influido tanto en el “yo”, y en el autoconcepto. No se trata del cuerpo en su totalidad, sino de su apariencia física, talla y color de piel, tal y como lo exhiben los modelos encarnados en las personas sobrevaloradas socialmente como: deportistas, modelos, actores, actrices, e incluso personajes políticos.

Porque cuando el cuerpo no es acorde con los modelos vigentes en la sociedad y existen muestra de los signos del envejecimiento, ahí están los avances de la ciencia, que se ponen a su servicio, para lograr el cuerpo perfecto; además del rostro y la sonrisa más “bellos” de acuerdo a las exigencias del mercado social.

Pero sin temor a equivocarse, tan solo es una imagen para posar en la fotografía casual de alguna reunión o evento social, que posteriormente y editada, se dará a conocer en redes sociales; sin embargo, en la gran mayoría de los casos, muchos de estos personajes, no saben hablar, ni leer correctamente, mucho menos escribir y si se trata de cultura general estamos en el suelo; solo se trata de figurines y estampas de pasarela o de la reunión de fin de semana.

De tal forma que la belleza anhelada se ha convertido en un mito, para corregir o sustituir el cuerpo y el rostro recibidos por la naturaleza, a cambio de cuerpos y rostros construidos.

La realidad es que la ética, ha cedido su valor por la estética, que es una verdadera tiranía visual de la belleza, ya que sólo los cuerpos bien formados, sensuales y delineados, son válidos para vender autos, ropa, viviendas, productos alimenticios, productos energizantes y/o vigorizantes, bebidas alcohólicas y muchas cosas más.

Porque posiblemente usted y un servidor hemos incurrido en la compra o la consulta de un experto de la estética, por el simple “deseo” de hacernos algunos “arreglitos” para mejorar nuestra apariencia

La conclusión a la que podríamos llegar, es que somos portadores del efímero testimonio de la modernidad.

Porque ¿De qué manera explicamos el concepto de la belleza si no es a través de aquello, que nos provoca una reacción emotiva profunda, sublime o placentera?

O en su caso podría preguntar ¿La belleza, esta fincada en la verdad y la bondad?

En caso contrario ¿Significa entonces que lo escandaloso, lo perverso, lo feo, lo malo, lo inmoral y otros tantos, no son una parte también de la actividad humana?

Ciertamente resulta un poco aterrador; pero si recordamos las enseñanzas del Marqués de Sade, quien llegó al extremo de referir que la sensibilidad humana, se excita y se activa más debido a todo aquello que no consideramos bello.

Aun cuando lo bello siempre o frecuentemente ha estado ligado a la noción de lo bueno, no necesariamente se refiere a la idea del bien.

Recordemos que el mundo de la belleza, es un mundo compuesto de imágenes que han sido creadas por el ser humano, mientras que la realidad natural existe al margen de la acción humana.

El juicio de valor, es siempre subjetivo y juzgamos subjetivamente las cosas a través de nuestros sentidos.

Porque es evidente, que no todos tenemos los mismos gustos, ni la misma sensibilidad ante lo que nos rodea.

Con toda seguridad, la edad, género y la cultura, son factores que influyen en nuestras diferencias y decisiones en la configuración de nuestros gustos estéticos.

¿Usted qué opina?

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¿Y usted tiene discreción?

En el mundo dominado por las redes sociales, la premisa es publicar todo lo que hacemos; así. que es muy común, que las personas siempre estemos presumiendo de nuestros logros o nuestros méritos, buscando la admiración de los demás. Por lo que, exponernos y exponer todo lo que hacemos está de moda. Da igual de lo que se trate: lo que cocinamos, cuándo viajamos, qué ropa utilizamos y dónde la compramos, los logros de nuestros hijos, o qué hacemos cuando nos aburrimos, y hasta las peripecias que hace nuestro perro. El propósito es compartir y exponer la vida privada, la cotidianeidad de cada uno, para que la “vean” nuestras amistades más cercanas, pero además la mayor cantidad de gente. Así, en un mundo de infinitos escaparates, la discreción parece ser un valor que ha quedado en desuso, o en todo caso olvidado. La discreción, hace referencia a la cautela, para no contar lo que uno sabe o para guardar un secreto, cuando no hay necesidad de que lo sepan o conozcan los demás. A veces somos tan abiertos con otras personas, que incurrimos en riesgos, que ni siquiera sabemos que existen, ni las consecuencias que nos van a generar. Además, es habitual entre nosotros, que compitamos con quienes nos rodean, para conseguir figurar en los primeros puestos, buscando el reconocimiento social. Curiosamente en este contexto, la discreción resulta ser una virtud escasa, que facilita la convivencia y las relaciones personales, tanto en los entornos laborales, como en los domésticos o familiares. Frente a estos escenarios, una persona discreta sabe ser cautelosa y callar cuando es conveniente; además también es reservada, especialmente con los asuntos de los demás. Curiosamente una persona con estas cualidades, es confiable y un confidente ideal, con la que podríamos compartir una preocupación, un problema o incluso confiarle un secreto íntimo o privado. Porque estos secretos, no serán compartidos, ni medio compartidos, con otros. Una persona discreta, sabe actuar y hablar con tacto, desde la cercanía, haciendo siempre sentir cómoda a otra persona. Suele ser sensata y no busca figurar, ni ser protagónico. Por lo general no habla de sí misma, ni de sus virtudes ni de sus méritos frente a terceros. Aunque es consciente de ellos y de su valor, se siente más cómoda haciendo visibles las virtudes y los méritos de los demás. No tiene prisa, ya que siempre sabe esperar, hasta que llega el momento oportuno para actuar. Es importante referir, que las personas faltas de discreción, se verán en dificultades para ocultar su verdadero ser, y tratarán de enmascarar todo con excusas. Podríamos mencionar que el valor de la discreción, es directamente proporcional a la prudencia. La discreción es simplemente la base de la confianza. Que extraño se “escucha” que la discreción es la base la confianza; recordemos que la confianza, es resultado de un proceso de conocimiento y aprendizaje, la cual podemos perder en un instante. Porque estimado lector sin dudarlo, usted y un servidor, no nos sentiríamos seguros de compartir información, con personas que puedan darla a conocer con otras personas, con quienes no tenemos empatía o no conocemos. Lo más recomendable es que, si usted desea ser generoso, hágalo con cualquier cosa, menos con la información de los otros. Recuerde que una persona prudente se comporta, con sensatez, eligiendo en cada momento el comentario oportuno, también tiene el control con la información, al ejercer la discreción evitando traicionar el secreto o la intimidad de otros. Esto es un ejemplo de respeto, hacia quien le ha confiado información personal y privada; además es una muestra de lealtad. Y lo más importante una persona discreta y prudente, entiende y valora las emociones que puede sentir el otro y procura no provocar su dolor. Porque una frase o una conducta imprudente, acaban con todo y cambian la opinión que los demás tienen de usted. Recuerde que la confianza, es básica en las relaciones personales. Sin ella no podemos mantener relaciones profundas, tan solo frívolas, y superficiales. Porque una de las ventajas de ser prudente, es que usted consigue tener relaciones personales de calidad y respeto. Así que estimado lector, la pregunta obligada: ¿Y usted tiene el poder de la discreción?

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