Vivimos en un tiempo, en el que la imagen exterior es tan importante, que ha llegado acondicionar nuestras vidas. La obsesión por la belleza no es ninguna novedad; sin embargo, en un mundo donde reinan las redes sociales y elinternet; han potenciado esta preocupación por mantener un perfeccionismo físico, que resulta preocupante tanto por su impacto social, como el psicológico.
Ahora estamos subordinados a “deidades enajenantes” que están al servicio de la belleza; hasta convertirnos en esclavos de una imagen, que nos aleja de nuestra esencia y nos impide enfocarnos en lo verdaderamente importante como es: nuestra salud, así como el desarrollo personal, intelectual y emocional.
Sabemos que la belleza, es un valor de “culto” para muchos, ya que supuestamente conlleva prestigio, seguridad y en algunos casos superioridad, aunque, a veces se logra, a costa del sacrificio de otros valores primordiales.
Somos voraces consumidores del cuerpo delgado, joven y sensual.
Nunca el cuerpo ha influido tanto en el “yo”, y en el autoconcepto. No se trata del cuerpo en su totalidad, sino de su apariencia física, talla y color de piel, tal y como lo exhiben los modelos encarnados en las personas sobrevaloradas socialmente como: deportistas, modelos, actores, actrices, e incluso personajes políticos.
Porque cuando el cuerpo no es acorde con los modelos vigentes en la sociedad y existen muestra de los signos del envejecimiento, ahí están los avances de la ciencia, que se ponen a su servicio, para lograr el cuerpo perfecto; además del rostro y la sonrisa más “bellos” de acuerdo a las exigencias del mercado social.
Pero sin temor a equivocarse, tan solo es una imagen para posar en la fotografía casual de alguna reunión o evento social, que posteriormente y editada, se dará a conocer en redes sociales; sin embargo, en la gran mayoría de los casos, muchos de estos personajes, no saben hablar, ni leer correctamente, mucho menos escribir y si se trata de cultura general estamos en el suelo; solo se trata de figurines y estampas de pasarela o de la reunión de fin de semana.
De tal forma que la belleza anhelada se ha convertido en un mito, para corregir o sustituir el cuerpo y el rostro recibidos por la naturaleza, a cambio de cuerpos y rostros construidos.
La realidad es que la ética, ha cedido su valor por la estética, que es una verdadera tiranía visual de la belleza, ya que sólo los cuerpos bien formados, sensuales y delineados, son válidos para vender autos, ropa, viviendas, productos alimenticios, productos energizantes y/o vigorizantes, bebidas alcohólicas y muchas cosas más.
Porque posiblemente usted y un servidor hemos incurrido en la compra o la consulta de un experto de la estética, por el simple “deseo” de hacernos algunos “arreglitos” para mejorar nuestra apariencia
La conclusión a la que podríamos llegar, es que somos portadores del efímero testimonio de la modernidad.
Porque ¿De qué manera explicamos el concepto de la belleza si no es a través de aquello, que nos provoca una reacción emotiva profunda, sublime o placentera?
O en su caso podría preguntar ¿La belleza, esta fincada en la verdad y la bondad?
En caso contrario ¿Significa entonces que lo escandaloso, lo perverso, lo feo, lo malo, lo inmoral y otros tantos, no son una parte también de la actividad humana?
Ciertamente resulta un poco aterrador; pero si recordamos las enseñanzas del Marqués de Sade, quien llegó al extremo de referir que la sensibilidad humana, se excita y se activa más debido a todo aquello que no consideramos bello.
Aun cuando lo bello siempre o frecuentemente ha estado ligado a la noción de lo bueno, no necesariamente se refiere a la idea del bien.
Recordemos que el mundo de la belleza, es un mundo compuesto de imágenes que han sido creadas por el ser humano, mientras que la realidad natural existe al margen de la acción humana.
El juicio de valor, es siempre subjetivo y juzgamos subjetivamente las cosas a través de nuestros sentidos.
Porque es evidente, que no todos tenemos los mismos gustos, ni la misma sensibilidad ante lo que nos rodea.
Con toda seguridad, la edad, género y la cultura, son factores que influyen en nuestras diferencias y decisiones en la configuración de nuestros gustos estéticos.
¿Usted qué opina?