“Sabe mejor cuando es el fruto de tu propio esfuerzo”
Trujillo Sanz -
Hay quienes sostienen que después de La Marsellesa francesa el Himno Nacional Mexicano es el segundo canto patriota más bonito del mundo, y es que las letras de González Bocanegra combinadas con la música de Jaime Nunó hacen que al escuchante se le enchine la piel (raro término) y le salga su lado más mexicano que posee; imposible escucharlo sin cantarlo, inténtenlo y verán.
El himno francés, compuesto por Rouget de Lisle y que alude a la defensa de la ciudad de París fue entonado en 16 ocasiones en los Juegos Olímpicos que terminaron el domingo pasado y que le cedieron la estafeta a Los Ángeles California para dentro de cuatro años. 16 medallas de oro, 26 de plata y 22 de bronce obtuvieron los deportistas franceses colocándose en el quinto lugar del medallero debajo de Estados Unidos, China, Japón y Australia, con estos dos últimos por su diferencia con las de oro no por el total de medallas; los anfitriones mostraron que a través del deporte superan los problemas sociales en los que en ocasiones se encuentran.
Concluyeron pues los Juegos Olímpicos con una ceremonia de clausura de características fuera de serie, para nuestro país terminaron como cuando se termina una bolsa de papitas, disfrutándolas y esperando un poco más, pero ese poco más nunca llegó, el objetivo de Ana Gabriela de que México obtuviera como mínimo nueve medallas se quedó muy abajo ya que sólo se lograron cinco y una de ellas nadie la esperaba (judo). Estas cinco medallas fueron tres de plata y dos de bronce (tiro con arco, judo, clavados y boxeo), es decir, el mundo no pudo escuchar nuestro bello himno nacional en esta importante justa deportiva. Las razones de este triste fracaso en el terreno deportivo no requieren un profundo análisis para entenderlas. ¿Verdad Anita?
El país de la Torre Eiffel nos regaló unos juegos con una organización de gran nivel, no sé ustedes pero en casa desde temprano estábamos atentos al acontecer olímpico; el voleibol tanto de salón como de playa levantaba grandes emociones, yo que no entiendo mucho del lanzamiento de bala le mandé las mejores vibras a nuestro paisano Uziel, aplaudimos el récord de Duplantis en el salto con pértiga, nos sumergimos a la piscina junto con el nadador Léon Marchand y cantamos los goles de la selección española que venció a la escuadra anfitriona en un emocionante juego que se fue a los tiempos extras. París cumplió y bien.
Los mediocres resultados de México en cualquier evento deportivo son motivo de indignación y es que el capricho de iniciar todo desde cero cuando hay cambio de gobierno lo único que ocasiona es cortar una continuidad en los trabajos mandando a la lona el avance realizado. Al próximo responsable de la Comisión Nacional del Deporte hay que exigirle que deje todo lo que esté bien (si es que lo hay) y borre de tajo todo aquello que lastima, que perjudica, que no deja avanzar, la corrupción, por ejemplo.
Las cinco medallas mexicanas representan un esfuerzo realizado por deportistas que buscando la manera de hacerse de apoyos (vendiendo sus carros, haciendo rifas o buscando sus patrocinios) nos demuestran el coraje y la determinación que el pueblo azteca tiene. Para ellos y para los que no ganaron medalla, nuestro respeto, el mérito es exclusivamente de ustedes, de nadie más. Ande pues.