La insuficiencia en el abastecimiento de agua es un problema real, y es un problema muy serio. Los chihuahuenses estamos habituados a pensar en la escasez del líquido vital constantemente, pues la nuestra es una tierra árida e inhóspita, y cada gota de agua que nos brinda, nos la entrega con recelo y austeridad. Por eso, somos un Estado que protege sus cuerpos de agua como lo que son: fuentes sumamente limitadas del recurso más importante para la vida.
Quizás una persona que haya nacido en una región donde el recurso hídrico es más abundante –al menos en apariencia–, podría pensar que el rápido agotamiento del agua potable no es un problema mayor. Incluso, podría caer en la tentación de resistirse a ver la complejidad del asunto, y tratar de ignorar las advertencias que vienen de expertos de todo el mundo. Pero los chihuahuenses somos muy sensibles a cualquier señal o alarma de escasez de agua, y activamos con rapidez un Estado de alerta, prevención y responsabilidad.
Nadie es más consciente de los riesgos de la sequía que aquellos chihuahuenses que trabajan en el sector agropecuario. Tal vez un ciudadano ajeno al medio de la producción alimentaria no sea tan sensible a la insuficiencia hídrica, pero los agricultores y ganaderos luchan cada año por sacar adelante los cultivos, aún cuando la lluvia sea limitada. Esto pone en riesgo una vocación histórica, y más aún, pone en riesgo los fundamentos de nuestra economía.
Hoy en día está claro que la vocación industrial es la fuente de recursos para una gran porción de la población en México. Pero la producción alimentaria sigue siendo la vocación histórica y fundamental de nuestro país, pues no ha perdido ni crecimiento ni relevancia en el mercado internacional. Algunas de las naciones más industrializadas en el mundo ven amenazadas sus economías por el debilitamiento de su producción agroalimentaria, pues aunque exportan millones de dólares en bienes industriales, son cada vez más dependientes de las importaciones en lo que se refiere a la cobertura de las necesidades alimenticias de la población.
Nuestro país ha crecido tanto en el sector industrial como en el sector agropecuario, y ello debe ser motivo de un gran orgullo para todos, especialmente para los chihuahuenses. Pues aún con todas las sequías que han golpeado a nuestro gran Estado, hemos sido capaces de ocupar las primeras posiciones en producción ganadera y agrícola. Hoy, ocupamos el primer lugar en exportación de ganado en pie a los Estados Unidos, y somos el principal productor de 8 cultivos: alfalfa verde, algodón, avena forrajera, avena grano, cebolla, chile verde, manzana y nuez.
Todo ello, nos habla de una historia de perseverancia y fortaleza. Nos habla de que el pueblo chihuahuense ha salido victorioso en su constante lucha con esa invisible amenaza que es la sequía. Nos habla de un sector agropecuario que ha tenido la valentía y la resiliencia para arrancar prosperidad de la precariedad de nuestra árida tierra.
Por eso, ahora que hay voces en todo el mundo –y particularmente a lo largo y ancho de nuestro país– advirtiendo de la inminente sequía que todos tendremos que enfrentar, los chihuahuenses no podemos hacer oídos sordos. Para nosotros nunca ha sido opción mirar en otra dirección e ignorar el tremendo riesgo al que nos enfrentamos cuando la lluvia resulta insuficiente. Al día de hoy, hay zonas en el país que enfrentan crisis hídricas que no habían vivido antes (p.e. la Ciudad de México), y si no se adopta una actitud resiliente y responsable, la agricultura y la ganadería de toda la Nación se verán comprometidas, y sobre todo, cada vez serán más las personas que sufrirán por no tener acceso al líquido vital.
Por eso, todos debemos trabajar juntos a lo largo y ancho de la República. Como chihuahuenses podemos aportar mucho en esta materia, pues nosotros tenemos siglos derrotando la escasez del agua. Nosotros valoramos al líquido vital como lo que es, un tesoro irremplazable, y pocas cosas pueden generar más alarma en nuestra tierra que las amenazas al recurso más importante de todos. Así que, como país, debemos dejar de ignorar la amenaza de la sequía, y tomar una actitud responsable como la que hemos tenido que adoptar históricamente en Chihuahua debido a los constantes embates de la sequía.