Chihuahua, como todo el país, presenta grandes retos en materia de salud, con una infraestructura insuficiente para atender a su población y grandes deficiencias de gestión con un modelo reactivo que consume gran parte de su precario presupuesto. Los defectos de nuestro sistema sanitario desafortunadamente se han acentuado este año con la pandemia provocada por el Covid-19 y han exhibido el rezago existente.
No obstante que el 85% de la población habita en zonas urbanas, nuestra geografía y gran extensión territorial nos obliga a acercar los servicios médicos básicos al 15% restante, que vive en comunidades de difícil acceso, con menos de 2,500 habitantes, muchos de ellos indígenas.
De los aspectos más importantes a considerar están el ocupar el primer lugar nacional de embarazos adolescentes con un 21.4% del total, el crecimiento exponencial de la diabetes, la depresión y el primer lugar en mortalidad por suicidios.
Para enfrentar el gran reto que entraña una creciente demanda de servicios y un presupuesto cada vez menor, debemos optar por un modelo alternativo de protección a la salud, cuya característica fundamental sea su carácter anticipatorio. Atender a la población antes de que aparezcan las enfermedades.
Nuestro modelo actual sigue siendo primordialmente reactivo. Sólo se acude al médico ya estando presente la enfermedad y aunque se han incrementado en los últimos años las acciones de prevención primaria, éstas son a la fecha todavía insuficientes.
Debemos crear estrategias novedosas que cambien la concepción que prevalece en la comunidad de los profesionales de la salud y convertirlos en actores de prevención de la enfermedad.
En este sentido, la promoción y educación para la salud, la prevención de enfermedades y la detección temprana de patologías se vuelven herramientas fundamentales para lograr el objetivo central de mantener la salud.
Así, la atención primaria, digitalización de servicios y la universalización del expediente clínico se vuelven el eje de la política sanitaria, facilitando la proximidad con la gente y la anticipación a los problemas que causan daño, discapacidad o muerte. Los profesionales de la salud que laboran en este nivel de atención pueden entonces incidir a nivel individual, familiar o comunitario para que las personas adopten un estilo de vida responsable y eviten en la mayor medida posible las situaciones de riesgo.
Lo anterior no subestima la importancia de contar con clínicas de atención, de diagnóstico, laboratorios y hospitales bien equipados y atendidos por personal de excelencia.
Finalmente deben existir acuerdos con escuelas de medicina, enfermería y demás instituciones de enseñanza superior bien acreditadas, que forman profesionales relacionados con la salud tales como nutriólogos, sicólogos, químicos farmacobiólogos, técnicos radiólogos e ingenieros biomédicos, para que incorporen en sus planes de estudios materias que otorguen las competencias suficientes para brindar atención con esta nueva perspectiva.