Ahora resulta que la culpa de todo mal la tuvo una sola persona, Miguel Ángel Yunes. Claramente, el senador y personaje señalado por múltiples casos de corrupción faltó a su palabra a la hora de ejercer su voto a favor de la reforma al Poder Judicial. Hoy, toda la batería mediática del PAN lo está señalando como único culpable, cuando la responsabilidad ha sido de la dirigencia panista desde hace más de tres años. No caigamos en el distractor, y si en verdad queremos que las cosas se hagan de mejor manera, entonces tenemos que corregir el problema desde la raíz.
Si a Morena le hubieran faltado 10 votos para la mayoría calificada, también lo habrían conseguido. Simplemente revisemos nuevamente las listas del PAN, PRI y el extinto PRD para darnos cuenta de que todos sus plurinominales tienen largos expedientes de corrupción con los que cuenta el gobierno para hacer presión en cualquier momento.
El problema viene desde muy atrás, pero lo seguiremos viendo por muchos años más. Nadie está señalando a las dirigencias, y es ahí donde radica el problema. Otra cosa hubiera sido si en esos puestos se hubieran postulado personas decentes, con historiales limpios y ganas de transformar las cosas o, al menos, de darle una cara nueva a esos partidos.
Seguimos apostando por más de lo mismo, por eso, del otro lado, sienten la plena libertad de aprobar lo que sea sin la mínima discusión. Porque sumado a todo lo anterior, muchos de los plurinominales se vieron beneficiados del esquema de corrupción que existe en el Poder Judicial o lo supieron utilizar para conveniencias personales. Por lo tanto, no pudieron ni argumentar en contra porque se tropezaban con sus mismas palabras.
Hoy lo que toca es hacer todo lo posible para que esta reforma funcione de la mejor manera posible, porque en este barco vamos todos, y nos conviene que las cosas vayan bien. Sabíamos que esto iba a suceder. Nadie se puede dar por sorprendido ante este hecho. Hoy nos toca dejar de ser inocentes y luchar por crear oposiciones dignas y partidos gobernantes responsables de ejercer la democracia en toda su expresión. Me refiero a realmente debatir las ideas y darle lugar a las personas que representan a esas minorías.
Perder la inocencia es dejar de tolerar y creer las mentiras que salen de la gente que mal dirige los partidos. Comenzar a presionar por los cambios para evitar que los 40 ladrones vuelvan a aparecer en las listas plurinominales del PRIAN.
Así como se están haciendo reformas profundas a problemas que existen en este país, de la misma manera se debería hacer una reforma al sistema de partidos. Esa propuesta debería salir de la oposición con algo muy innovador, que ponga las verdades sobre la mesa y ofrezca un cambio real en el sistema político mexicano. Una propuesta que ponga contra las cuerdas a Morena y los haga verse mal si no la aprueban. Es justo el momento en que se debe hablar de este tema, y podría ser el primer asunto en el que el PAN y el PRI vuelvan a ganar la discusión pública. Veo muy complicado que eso suceda, pero no pierdo la fe.