Cuando pensamos que Morena y sus satélites ya no nos pueden sorprender más, nos llevamos cada sorpresa, porque como bien se dice, en política no hay sorpresas, hay sorprendidos. Ilusos quienes piensan que serían moderados en el nuevo gobierno y que no irían más allá; lo que es claro, que con tal de cumplir con el mandato presidencial de acabar con la democracia, las instituciones, los contrapesos y la república, harán lo que sea, léase bien, lo que sea.
El decreto por el que se reforma el artículo 107 y se adiciona un quinto párrafo al artículo 105 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de inimpugnabilidad de las adiciones o reformas a la Constitución federal, fue turnado esta semana a la Cámara de Diputados, la cual, tiene por objeto que las reformas y adiciones de la Constitución en ningún caso serán objetos de revisión por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Es decir, en resumen, no cabe Juicio de Amparo, Acción de Inconstitucionalidad, ni Controversia Constitucional ante cualquier modificación que la mayorías en el Congreso de la Unión realicen a nuestra Carta Magna, repito cualquier modificación, de la naturaleza que sea.
Con esta reforma Morena y la primera dictadora del país, que ahora despacha en Palacio Nacional, eliminan cualquier medio de defensa que pudiera utilizar la ciudadanía para combatir los excesos del poder. Y no, no es solamente para suspender los efectos de la reforma constitucional en materia de elección de los jueces, magistrados y ministros, que también es una aberración, porque los efectos son retroactivos.
Ahora bien, cuando el poder constituyente realiza adiciones o reformas a la constitución federal, esta debe de analizar a la luz de los alcances y límites de las mismas. Para ello, deben enfocar estas reformas o adiciones en el principio de constitucionalidad, así como de los tratados internacionales que México ha ratificado, cosa que para la reforma en comento, no ocurrió.
En el Derecho Parlamentario, el legislador al momento de ejercer sus facultades en la presentación de iniciativas de reformas constitucionales o leyes secundarias debe de tomar en cuenta la convencionalidad de su propuesta. La iniciativa presentada por el coordinador de senadores de Morena, además de no ser analizada a la luz del derecho parlamentario, la constitucionalidad y la convencionalidad, careció de técnica legislativa.
Es importante a través de estás líneas invitar a la ciudadanía a escuchar el intercambio de puntos de vista que se dio en el Senado, particularmente entre la Senadora por Chihuahua y el Senador Ricardo Anaya, muy lamentable los argumentos de la primera, intentando ocultar con dolo, el fondo de la iniciativa, en donde no solamente la reforma aplica al juicio de amparo, sino a los demás instrumentos o medios de defensa con los que contábamos. Con trampa y mentira se han hecho del poder, no son iguales, son peores.
La dictadura en México, se elevó a rango constitucional a través de esta reforma de Morena, como lo he mencionado en otros momentos, las consecuencias no las veremos en el corto plazo, pero cuando se sientan será demasiado tarde, de orden catastrófico. Lo que más lamento es la indiferencia de los que saben y conocen el profundo daño de esta reforma, su silencio cómplice no solamente alcanzará a los que menos saben y menos oportunidades tienen, la destrucción de México nos alcanzará a todas y todos, sobre todo, a las generaciones futuras.
Para las y los legisladores del PAN, la celeridad de diversas reformas a la Constitución por parte del oficialismo, no es la antesala de la dictadura, es sin lugar a dudas, la dictadura llevada, incluso al orden Constitucional. Y a pesar de ello, y lo terrible que suena, pues pareciera que no hay nada que hacer, continuaremos siendo la resistencia, seguimos.
Maestra en auditoría gubernamental. Diputada federal por el PAN
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