/ jueves 5 de septiembre de 2024

Hacia una cultura de paz | Corrupción y Poder judicial

Yanez_flor@hotmail.com


En México existe una trama de corrupción extremadamente compleja. De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad 2022 realizada por el INEGI, los porcentajes en sensación de corrupción fue alta. Reportan que fue mayor en policías de tránsito con 74.9%, jueces 67.3%, policías municipales 66.8%, ministerios públicos y fiscales, 64.7% y Policía Estatal, 64.6%; sobre personas en la política, mejor ni hablar. Transparencia Internacional y Transparencia Mexicana presentaron la edición 2023 del Índice de Percepción de la Corrupción y concluyeron que México ocupa el puesto 126 de 180 países en índice de corrupción, siendo el peor evaluado dentro de los países que integran la OCED. El Informe Hallazgos 2022: Seguimiento y evaluación de la justicia penal en México, reveló que el porcentaje de corrupción se había incrementado en las instituciones de seguridad e impartición de justicia, y concluye que, en nuestro país, hay un 96.3% de impunidad. Estos datos son similares al informe Percepción de impunidad 2024 de Impunidad Cero. El 42% de personas encuestados sintieron que la impunidad había crecido en comparación al 2023, y que las principales causas de la impunidad, eran problemas en la procuración como en la impartición de justicia. Estos datos son extremadamente negativos y conducen a pensar que uno puede hacer lo que se le dé la gana en este país y no habrá consecuencias y en parte, es cierto. México Evalúa en su informe Hallazgos 2022, indicó que sólo 4 de cada 100 delitos son investigados, e Impunidad Cero, que el 94% de los delitos no se denuncian y menos del 1% son resueltos. Si no le quiere hacer caso a la estadística, pregúntele a alguien que tuvo una transgresión: si denunció el delito y ¿qué fue lo que le pasó agresor?.

En México se ha creado una cultura de corrupción generalizada y normalizada en la sociedad. Es decir, sabemos que existe el problema, pero “las cosas aquí son así” y mejor nos aguantamos. No vemos esperanza de cambio. Damos por hecho tantas cosas sin cuestionarlas, que las naturalizamos, sin embargo, nuestro espacio nos define. Para estar “ad hoc” con los escándalos en el país, incluyamos a todo lo anterior, la Reforma al Poder Judicial. En teoría, esta corresponde a crear un sistema más eficiente que mejore la justicia en el país, y acabe con la impunidad, la falta de credibilidad y corrupción a su interior. Uno de los aspectos más polémicos de la reforma, motivo de múltiples discusiones y debates, es la propuesta de que jueces, magistrados y ministros sean electos mediante voto popular. “Si estos son corruptos, mejor quitarlos y elegir en urnas quién va hacer la “chamba”, tenga experiencia o no”. Otra vez intentan curar una hemorragia con un curita. La solución -aunado a que es descabellada y poco viable a mi parecer- de hacerse, será a corto plazo y creará más problemas y conflictos que los que ya existen, aunado a que, estructuralmente y culturalmente, no habrá movido nada. Más allá de esta polémica, el problema sigue siendo el mismo: la corrupción tan generalizada que más allá de padecerla, nos hemos convertido en ella, sea el juez electo o no.


Galtung definió a la violencia cultural como “cualquier aspecto de una cultura susceptible de ser utilizado para legitimar la violencia directa o estructural.” La reforma en lo general ya está aprobada, veamos qué sucede con las particularidades y revisemos las estadísticas de corrupción e impunidad cuando hagan todo su “desmother” de reformas. Dudo que los datos cambien. Mejor no quitar el dedo del renglón.


Yanez_flor@hotmail.com


En México existe una trama de corrupción extremadamente compleja. De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad 2022 realizada por el INEGI, los porcentajes en sensación de corrupción fue alta. Reportan que fue mayor en policías de tránsito con 74.9%, jueces 67.3%, policías municipales 66.8%, ministerios públicos y fiscales, 64.7% y Policía Estatal, 64.6%; sobre personas en la política, mejor ni hablar. Transparencia Internacional y Transparencia Mexicana presentaron la edición 2023 del Índice de Percepción de la Corrupción y concluyeron que México ocupa el puesto 126 de 180 países en índice de corrupción, siendo el peor evaluado dentro de los países que integran la OCED. El Informe Hallazgos 2022: Seguimiento y evaluación de la justicia penal en México, reveló que el porcentaje de corrupción se había incrementado en las instituciones de seguridad e impartición de justicia, y concluye que, en nuestro país, hay un 96.3% de impunidad. Estos datos son similares al informe Percepción de impunidad 2024 de Impunidad Cero. El 42% de personas encuestados sintieron que la impunidad había crecido en comparación al 2023, y que las principales causas de la impunidad, eran problemas en la procuración como en la impartición de justicia. Estos datos son extremadamente negativos y conducen a pensar que uno puede hacer lo que se le dé la gana en este país y no habrá consecuencias y en parte, es cierto. México Evalúa en su informe Hallazgos 2022, indicó que sólo 4 de cada 100 delitos son investigados, e Impunidad Cero, que el 94% de los delitos no se denuncian y menos del 1% son resueltos. Si no le quiere hacer caso a la estadística, pregúntele a alguien que tuvo una transgresión: si denunció el delito y ¿qué fue lo que le pasó agresor?.

En México se ha creado una cultura de corrupción generalizada y normalizada en la sociedad. Es decir, sabemos que existe el problema, pero “las cosas aquí son así” y mejor nos aguantamos. No vemos esperanza de cambio. Damos por hecho tantas cosas sin cuestionarlas, que las naturalizamos, sin embargo, nuestro espacio nos define. Para estar “ad hoc” con los escándalos en el país, incluyamos a todo lo anterior, la Reforma al Poder Judicial. En teoría, esta corresponde a crear un sistema más eficiente que mejore la justicia en el país, y acabe con la impunidad, la falta de credibilidad y corrupción a su interior. Uno de los aspectos más polémicos de la reforma, motivo de múltiples discusiones y debates, es la propuesta de que jueces, magistrados y ministros sean electos mediante voto popular. “Si estos son corruptos, mejor quitarlos y elegir en urnas quién va hacer la “chamba”, tenga experiencia o no”. Otra vez intentan curar una hemorragia con un curita. La solución -aunado a que es descabellada y poco viable a mi parecer- de hacerse, será a corto plazo y creará más problemas y conflictos que los que ya existen, aunado a que, estructuralmente y culturalmente, no habrá movido nada. Más allá de esta polémica, el problema sigue siendo el mismo: la corrupción tan generalizada que más allá de padecerla, nos hemos convertido en ella, sea el juez electo o no.


Galtung definió a la violencia cultural como “cualquier aspecto de una cultura susceptible de ser utilizado para legitimar la violencia directa o estructural.” La reforma en lo general ya está aprobada, veamos qué sucede con las particularidades y revisemos las estadísticas de corrupción e impunidad cuando hagan todo su “desmother” de reformas. Dudo que los datos cambien. Mejor no quitar el dedo del renglón.