En Casa Lago la Sede de los Obispos de México se llevó a cabo en días pasados la extraordinaria Primera Jornada de Agentes de Pastoral Educativa de Cultura, Universitaria y del Deporte, organizada por comisión la Dimensión Educativa del CEM que preside Don Alfonso Cortes arzobispo Emérito de León y fue coordinada magistralmente por el Presbítero Eduardo Corral secretario de esta dimensión.
Dentro de las ponencias brillantes puedo destacar la participación de Monseñor Edgar Parra Peña quien es el sustituto en la Secretaría de Estado del Vaticano, es decir en número tres en la Santa Sede. Su exposición abarcó los siguientes temas: la libertad religiosa, la laicidad positiva y la colaboración entre Iglesia, Estado y Sociedad.
Sobre la libertad religiosa, el Subsecretario del Vaticano enfatizó que la auténtica libertad religiosa alberga las convicciones profundas del ser humano acerca de sí mismo, del mundo en el que vive y del sentido último de su existencia, siguiendo su propia conciencia. Dicha libertad tiene raíz en todos los seres humanos mismo y es válida para todos y es resguardado jurídicamente por los Estados y la comunidad internacional.
Sobre la laicidad positiva el purpurado resaltó que la laicidad no se limita a distinguir entre el ámbito político y el religioso que sigue siendo necesario, si no que a fin de tutelar mejor la libertad religiosa del ciudadano, valora los fundamentos últimos de su conciencia moral y reconoce los insustituibles aportes de estos fundamentos a los consensos éticos que tanto requiere la sociedad pluralista contemporáneas. Sobre el Estado Laico Colaborativo Monseñor Parra considera que el Estado Laico se vuelve colaborativo cuando el propio Estado facilita que las diversas denominaciones religiosas colaboren entre sí y contribuyan al bien común social.
Los Estados están llamados a proteger y garantizar el derecho a la libertad religiosa y todas las libertades políticas, civiles y sociales, derivadas de la dignidad humana y el Estado también debe proteger a los creyentes y a quien no tenga ninguna religión o creencia.
Finalmente, Monseñor Peña reflexionó que una laicidad colaborativa nos invita a aprender a vivir a convivir y a compartir con todos, en especial con los más pobres y excluidos a quienes no se debe mirar con indiferencia. Una laicidad colaborativa no es un conjunto de estrategias de relaciones entre el Estado e Iglesias, sino que mira mucho más lejos y es uno de los desafíos que han de afrontarse en vistas a avanzar hacia una fraternidad universal y es un paso muy importante hacia una cultura del Encuentro promovida por el Papa Francisco.