/ miércoles 2 de octubre de 2024

El Estado Libre y Soberano de Chihuahua, cómo refundar el pacto federal

Este es un momento crítico de nuestra historia política, lo que hemos denominado como la tormenta perfecta (reforma judicial, militarización, violación a la división de poderes, destrucción del estado de derecho), se cierne sobre nosotros y se cierne de manera amenazante sobre Chihuahua.

Como el primer servidor de los chihuahuenses hoy me dirijo a mi tierra con una profunda preocupación. La reciente reforma al poder judicial, presentada bajo la falsa premisa de democratización de la justicia, despertó inquietudes que no podemos ignorar. Lejos de fortalecer el sistema, muchos de nosotros vemos en ella un intento claro de concentrar el poder en manos de un gobierno que parece más interesado en el control que en la verdadera justicia.

La reforma no sólo trastoca al poder Judicial Federal, sino a nuestro estado, pretende imponer desde el centralismo el mecanismo para elegir a nuestros jueces, quieren venir a decirnos cómo impartir justicia.

Además, la militarización de la seguridad pública plantea serios interrogantes. La decisión de utilizar a las fuerzas armadas en funciones de seguridad civil, en lugar de fortalecer nuestras instituciones de policía y justicia, es una senda peligrosa. En Chihuahua hemos padecido, tal vez como ningún otro estado, los efectos de la fallida estrategia de “abrazos no balazos”: abusos, violaciones de derechos humanos y un clima de miedo

Esta situación en Chihuahua es un reflejo de un problema mayor: la centralización del poder y la desatención a las realidades locales. Cada estado tiene sus propias necesidades, su propia cultura y sus propios desafíos. La imposición de decisiones desde el centro, sin considerar nuestra voz y nuestra experiencia, no solo socava nuestra autonomía, sino que también erosiona la confianza entre los ciudadanos y sus instituciones.

Ante esta realidad, Chihuahua debe plantearse de manera muy consciente, de manera muy seria, si queremos permanecer en un pacto federal completamente pervertido. Esto no es una decisión trivial, ni se toma a la ligera. Es, en esencia, un llamado a la reflexión sobre el futuro que queremos construir. No se trata de una ruptura por sí misma, sino de un paso hacia una reconfiguración de nuestras relaciones federativas que garantice la soberanía de Chihuahua y el respeto a nuestra dignidad como ciudadanos. Es momento de refundar el Pacto Federal.

Es momento de que Chihuahua asuma un papel protagónico en la defensa de sus derechos. No podemos permanecer de brazos cruzados mientras el gobierno federal intenta homogeneizar nuestras realidades, ignorando la voz de quienes aquí vivimos. La ruptura del pacto federal puede ser la herramienta que nos permita reclamar nuestro lugar en la mesa de decisiones y reafirmar nuestra autonomía.

Es crucial que el chihuahuense, una y otra vez lastimado por el centralismo, exija sus derechos y que no tenga miedo de alzar la voz. La democracia no se construye solo en las urnas, sino en la participación constante de la ciudadanía. Es un momento para que cada chihuahuense reclame la grandeza que por derecho le corresponde para construir un futuro donde nuestras decisiones sean tomadas aquí, por nosotros mismos.

El camino hacia refundar el pacto federal es arduo y requiere la unidad de nuestro norte, una estrategia clara y firme, que respete nuestras tradiciones y cultura, que busque el diálogo con otras entidades federativas que comparten nuestras preocupaciones. Solo así podremos forjar un nuevo capítulo en nuestra historia, uno donde la soberanía de Chihuahua sea inviolable.

Refundar el pacto federal es un acto de valentía y un llamado a la acción. Es hora de defender lo que nos pertenece: nuestra soberanía, nuestras decisiones y nuestro futuro. Es hora de construir un Chihuahua que no solo sea autónomo, sino también un ejemplo de democracia, justicia y respeto a los derechos humanos. ¡Es hora de luchar por nuestra identidad y dignidad!


Maestría en Derecho, Dirigente Estatal de Movimiento Ciudadano


Este es un momento crítico de nuestra historia política, lo que hemos denominado como la tormenta perfecta (reforma judicial, militarización, violación a la división de poderes, destrucción del estado de derecho), se cierne sobre nosotros y se cierne de manera amenazante sobre Chihuahua.

Como el primer servidor de los chihuahuenses hoy me dirijo a mi tierra con una profunda preocupación. La reciente reforma al poder judicial, presentada bajo la falsa premisa de democratización de la justicia, despertó inquietudes que no podemos ignorar. Lejos de fortalecer el sistema, muchos de nosotros vemos en ella un intento claro de concentrar el poder en manos de un gobierno que parece más interesado en el control que en la verdadera justicia.

La reforma no sólo trastoca al poder Judicial Federal, sino a nuestro estado, pretende imponer desde el centralismo el mecanismo para elegir a nuestros jueces, quieren venir a decirnos cómo impartir justicia.

Además, la militarización de la seguridad pública plantea serios interrogantes. La decisión de utilizar a las fuerzas armadas en funciones de seguridad civil, en lugar de fortalecer nuestras instituciones de policía y justicia, es una senda peligrosa. En Chihuahua hemos padecido, tal vez como ningún otro estado, los efectos de la fallida estrategia de “abrazos no balazos”: abusos, violaciones de derechos humanos y un clima de miedo

Esta situación en Chihuahua es un reflejo de un problema mayor: la centralización del poder y la desatención a las realidades locales. Cada estado tiene sus propias necesidades, su propia cultura y sus propios desafíos. La imposición de decisiones desde el centro, sin considerar nuestra voz y nuestra experiencia, no solo socava nuestra autonomía, sino que también erosiona la confianza entre los ciudadanos y sus instituciones.

Ante esta realidad, Chihuahua debe plantearse de manera muy consciente, de manera muy seria, si queremos permanecer en un pacto federal completamente pervertido. Esto no es una decisión trivial, ni se toma a la ligera. Es, en esencia, un llamado a la reflexión sobre el futuro que queremos construir. No se trata de una ruptura por sí misma, sino de un paso hacia una reconfiguración de nuestras relaciones federativas que garantice la soberanía de Chihuahua y el respeto a nuestra dignidad como ciudadanos. Es momento de refundar el Pacto Federal.

Es momento de que Chihuahua asuma un papel protagónico en la defensa de sus derechos. No podemos permanecer de brazos cruzados mientras el gobierno federal intenta homogeneizar nuestras realidades, ignorando la voz de quienes aquí vivimos. La ruptura del pacto federal puede ser la herramienta que nos permita reclamar nuestro lugar en la mesa de decisiones y reafirmar nuestra autonomía.

Es crucial que el chihuahuense, una y otra vez lastimado por el centralismo, exija sus derechos y que no tenga miedo de alzar la voz. La democracia no se construye solo en las urnas, sino en la participación constante de la ciudadanía. Es un momento para que cada chihuahuense reclame la grandeza que por derecho le corresponde para construir un futuro donde nuestras decisiones sean tomadas aquí, por nosotros mismos.

El camino hacia refundar el pacto federal es arduo y requiere la unidad de nuestro norte, una estrategia clara y firme, que respete nuestras tradiciones y cultura, que busque el diálogo con otras entidades federativas que comparten nuestras preocupaciones. Solo así podremos forjar un nuevo capítulo en nuestra historia, uno donde la soberanía de Chihuahua sea inviolable.

Refundar el pacto federal es un acto de valentía y un llamado a la acción. Es hora de defender lo que nos pertenece: nuestra soberanía, nuestras decisiones y nuestro futuro. Es hora de construir un Chihuahua que no solo sea autónomo, sino también un ejemplo de democracia, justicia y respeto a los derechos humanos. ¡Es hora de luchar por nuestra identidad y dignidad!


Maestría en Derecho, Dirigente Estatal de Movimiento Ciudadano