/ viernes 27 de noviembre de 2020

El Espectador | Los empresarios creen que es algo muy perverso

Nos cuentan los involucrados en este pleito de grandes ligas que la narrativa parece de guión de película china, esas en las que los explotados vencen a los ricos perversos a puros golpes, pero atrás señalan una perversa intención: Provocar que los sindicatos sean los únicos que puedan ofrecer la subcontratación de personal, pagos de impuestos preferenciales, opaca transparencia, discrecionalidad en cuotas no reguladas por la ley, y un alto control político, incluyendo exenciones fiscales, como el pago de Impuesto sobre la Renta (ISR). Esas, nos cuentan, son algunas de las ventajas que harán que los líderes sindicales tengan más poder y control político, pero sobre todo, económico.

Para entender el contexto, nos hablan de personajes antagónicos, los villanos. Por un lado los empresarios del sector y las empresas que los buscan. Por el otro, el líder sindical que dejó Canadá con la llegada de la cuatroté, Napoleón Gómez Urrutia, y Arturo Alcalde Justiniani.

Todo mundo sabe que los sindicatos captan trabajadores, y que en México en la mayoría de los casos los colocan bajo las órdenes de las empresas para capitalizar el proceso. Además, logran saltarse las cuotas del ISR, que luego se convierten en riqueza de líderes y en prestaciones a los propios sindicalizados en complicidad con los dueños de las compañías que al final protegen. Un círculo virtuoso charro. La reforma al outsourcing, con toda intención, no toca a los sindicatos, no los menciona, pero sí auspicia prácticas que pueden revisarse. Aunque pareciera difícil, es muy sencillo: La ley del ISR señala que la mayoría de los fondos que las empresas envíen a sindicatos están exentos de impuestos. Nos recuerdan empresarios molestos con este asunto que la ley del ISR establece que los sindicatos de obreros y los organismos que los agrupan no son contribuyentes del ISR, y tampoco están obligados a llevar contabilidad ni registros contables con controles, como las empresas; no tienen auditorías externas obligatorias; y no se les obliga a expedir ni recabar comprobantes fiscales que acrediten enajenaciones y erogaciones que efectúen.

No es casualidad pues, señalan, que Napoleón Gómez Urrutia y Arturo Alcalde Justiniani, sean los más interesados en que la reforma salga así. Uno de los principales usuarios de estas prácticas, indican por cierto, es la Cámara de Diputados, donde la mayoría de los empleados sindicalizados reciben un sueldo adicional por el sindicato, por lo que son los primeros beneficiarios de estos esquemas que ellos mismos dicen quieren combatir. La charla con los dueños de dos empresas continúa, el tema de la semana es outsourcing y lo que ellos consideran un golpe bajo de algunos hombres que se dicen fuertes dentro de la 4T y que andan cobrando por favores.

Nos cuentan los involucrados en este pleito de grandes ligas que la narrativa parece de guión de película china, esas en las que los explotados vencen a los ricos perversos a puros golpes, pero atrás señalan una perversa intención: Provocar que los sindicatos sean los únicos que puedan ofrecer la subcontratación de personal, pagos de impuestos preferenciales, opaca transparencia, discrecionalidad en cuotas no reguladas por la ley, y un alto control político, incluyendo exenciones fiscales, como el pago de Impuesto sobre la Renta (ISR). Esas, nos cuentan, son algunas de las ventajas que harán que los líderes sindicales tengan más poder y control político, pero sobre todo, económico.

Para entender el contexto, nos hablan de personajes antagónicos, los villanos. Por un lado los empresarios del sector y las empresas que los buscan. Por el otro, el líder sindical que dejó Canadá con la llegada de la cuatroté, Napoleón Gómez Urrutia, y Arturo Alcalde Justiniani.

Todo mundo sabe que los sindicatos captan trabajadores, y que en México en la mayoría de los casos los colocan bajo las órdenes de las empresas para capitalizar el proceso. Además, logran saltarse las cuotas del ISR, que luego se convierten en riqueza de líderes y en prestaciones a los propios sindicalizados en complicidad con los dueños de las compañías que al final protegen. Un círculo virtuoso charro. La reforma al outsourcing, con toda intención, no toca a los sindicatos, no los menciona, pero sí auspicia prácticas que pueden revisarse. Aunque pareciera difícil, es muy sencillo: La ley del ISR señala que la mayoría de los fondos que las empresas envíen a sindicatos están exentos de impuestos. Nos recuerdan empresarios molestos con este asunto que la ley del ISR establece que los sindicatos de obreros y los organismos que los agrupan no son contribuyentes del ISR, y tampoco están obligados a llevar contabilidad ni registros contables con controles, como las empresas; no tienen auditorías externas obligatorias; y no se les obliga a expedir ni recabar comprobantes fiscales que acrediten enajenaciones y erogaciones que efectúen.

No es casualidad pues, señalan, que Napoleón Gómez Urrutia y Arturo Alcalde Justiniani, sean los más interesados en que la reforma salga así. Uno de los principales usuarios de estas prácticas, indican por cierto, es la Cámara de Diputados, donde la mayoría de los empleados sindicalizados reciben un sueldo adicional por el sindicato, por lo que son los primeros beneficiarios de estos esquemas que ellos mismos dicen quieren combatir. La charla con los dueños de dos empresas continúa, el tema de la semana es outsourcing y lo que ellos consideran un golpe bajo de algunos hombres que se dicen fuertes dentro de la 4T y que andan cobrando por favores.

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