Por: Óscar A. Viramontes Olivas
violioscar@gmail.com
Una de las festividades y tradiciones más arraigadas en nuestro pueblo, es sin duda, el “Día de Muertos”, fiesta considerada para muchos, como pagana, para otros, pseudo-cristiana o cristiana, lo cierto es, que cada año, se celebra con mucha algarabía por millones de personas que esperan con ansia tener un encuentro con aquellos seres que se adelantaron en el camino, el cual tiene sus raíces en las tradiciones prehispánicas de los pueblos indígenas de Mesoamérica, como los mexicas, mayas, purépechas y totonacas. Estas culturas, creían en la vida después de la muerte, y realizaban rituales en honor a sus difuntos, para guiarlos en su viaje al inframundo. Con la llegada de los españoles, las creencias indígenas se fusionaron con el catolicismo, y la celebración se adaptó al calendario cristiano, especialmente con la festividad de “Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos” (1 y 2 de noviembre).
Al llegar estos emotivos y tradicionales días a nuestro estado, como a la ciudad de Chihuahua, fueron representando una mezcla de elementos tradicionales mexicanos, con influencias locales, dando lugar a celebraciones únicas que varían de acuerdo a las comunidades y el entorno cultural. Estos festejos, se enriquecen, en la medida que se fusionan prácticas indígenas, y costumbres adoptadas en cada lugar a lo largo del país, los que se incluyen, para honrar a los difuntos de manera distintiva. Uno de los elementos más característicos, es el “Altar de muertos”, espacios que se construyen en casas, empresas, oficinas de gobierno, centros comerciales, siendo fundamentales en esta celebración, donde las familias, los montan en honor de sus seres queridos fallecidos, decorándolos con elementos tradicionales como veladoras, flores de cempasúchil, fotografías de los difuntos, papel picado, y objetos personales importantes para ellos; además, se incluye, comida típica y bebidas, con especial énfasis en platillos locales, como las gorditas, el chile colorado, y el asado de puerco. En algunas comunidades, especialmente las cercanas a las tradiciones indígenas, el altar también puede incluir elementos como hojas de pino, ramas de mezquite o junípero, que se consideran purificadores.
En el caso de las fotografías, éstas, se colocan en el centro o en la parte superior del altar, es una forma de honrar al ser querido y recordar su imagen; las veladoras o cirios, simbolizan la luz que guía las almas hacia el altar, y de regreso al mundo de los vivos; las flores de cempasúchil, con su color naranja vibrante, guían a las almas con su aroma, y simbolizan la fragilidad de la vida; el papel picado, es la alegría de recibir a los difuntos y el viento, uno de los cuatro elementos naturales; el pan de muerto, es la fraternidad, y el ciclo de la vida y muerte, su forma, representa el cráneo y huesos y el azúcar espolvoreado, representa la muerte; el agua, sacia la sed del alma, tras su largo viaje, y simboliza la pureza. La sal, purifica el altar, y evita que el alma se corrompa durante su visita; la comida y las bebidas favoritas, son para que las almas, disfruten de los platillos y bebidas que más amaba el difunto en vida, lo cual, refleja el cariño de la familia; las calaveritas de azúcar, que simbolizan la muerte, y son una manera de recordarlos con un toque de humor y dulzura, y por último, el incienso o copal, su aroma, limpia el ambiente de malas energías, y ayuda a que el alma encuentre el camino hacia el altar. Cada elemento del altar, busca conectar a los vivos con sus seres queridos fallecidos, invitando a las almas, a compartir un momento de alegría y recuerdo con los familiares en el mundo terrenal.
Otra manifestación en esta fiesta en Chihuahua, es, cuando las familias visitan los cementerios, para limpiar, adornar las tumbas, y pasar tiempo con sus seres queridos fallecidos. Esta es una actividad familiar y colectiva, en la que participan todas las generaciones. En los panteones de la ciudad, el de Dolores, los municipales, y los particulares, se realizan visitas, y suelen llenarse de vida, música y color, recordando a los difuntos en un ambiente de comunión y respeto. Las familias, colocan en las tumbas, flores, veladoras y a veces alimentos, además de dedicarse a recordarlos con historias y anécdotas, incluso, acompañados de algún grupo musical, como bandas, mariachis que tocan canciones tradicionales, o favoritas de los difuntos. Además de esto, se celebran un sinnúmero de eventos culturales, organizados por instituciones y asociaciones civiles. Por ejemplo, el “Festival de Día de Muertos”, evento popular que incluye, exposiciones de altares, concursos de disfraces de catrinas y catrines, música en vivo, representaciones teatrales y talleres de manualidades. Estos eventos, buscan mantener vivas las tradiciones mexicanas, ofreciendo espacios, donde la comunidad pueda disfrutar de la festividad.
También se organizan desfiles en los que participan familias y grupos escolares, quienes se disfrazan de catrinas, catrines y personajes emblemáticos del folclore mexicano. Esta práctica, relativamente nueva, busca fortalecer el sentido de identidad y aprecio por las tradiciones. En Chihuahua, existen varias comunidades de rarámuris que, también lo celebran con prácticas distintas, reflejando sus creencias propias sobre la muerte, y la conexión con los ancestros. Para los rarámuris, la festividad se centra en un concepto espiritual y naturalista, en el que, se preparan ofrendas con alimentos locales, principalmente maíz, pinole, y algunas hierbas de la región. También, se encienden fogatas y realizan danzas ceremoniales que buscan ahuyentar a los malos espíritus, mostrando respeto a los difuntos. Estas comunidades realizan sus ceremonias en sus propias lenguas, con oraciones y cantos que buscan conectar con sus ancestros y reafirmar su relación con la naturaleza y el universo.
No se diga el “pan de muerto”, una pieza tradicional en el país, parte importante de las ofrendas y las celebraciones familiares. Sin embargo, en Chihuahua, tiene una variante, algunos prefieren darle un toque local, usando ingredientes o sabores que reflejan la identidad del Estado; también, es común encontrar dulces tradicionales, como las calaveritas de azúcar, chocolate y amaranto, aunque en Chihuahua, se integran otros postres más comunes, como empanadas rellenas de frutas o postres con nuez, ingredientes abundantes en el estado de Chihuahua; se agregan además, los concursos de "calaveritas literarias", que son versos satíricos sobre la muerte de personajes conocidos, o personas cercanas. Este concurso, es especialmente popular entre jóvenes y adultos, quienes disfrutan de escribir y compartir calaveritas que, aunque tienen un tono humorístico, están llenas de creatividad y respeto.
Es importante reconocer a don José Guadalupe Posada, especialmente por su icónica "Catrina", dibujos y grabados de esqueletos satíricos que representan a la muerte de forma humorística y crítica. Posada, un grabador mexicano, creó estas calaveras a finales del siglo XIX y principios del XX, para criticar a la sociedad, a la política y a las clases altas de la época. Su estilo, que reflejaba tanto la cultura popular, como el contexto político, mostraba a los esqueletos vestidos y realizando actividades cotidianas, transmitiendo que la muerte es una experiencia común que iguala a todos, sin importar clase o estatus. En este sentido, un concurso común es el de las catrinas de Posadas, el cual, los participantes se caracterizan como "La Catrina", la icónica representación de la muerte en la cultura mexicana.
En Chihuahua, estos concursos son muy concurridos, y las personas suelen invertir tiempo en maquillajes detallados y trajes impresionantes para honrar la festividad. Muchas instituciones educativas en Chihuahua celebran este día, enseñando a los estudiantes sobre las tradiciones mexicanas, haciendo altares en honor a figuras históricas o personajes de relevancia cultural, y organizando actividades como el taller de calaveritas literarias o exposiciones de ofrendas. Algunas escuelas incluso, invitan a los padres de familia a participar en la creación de altares y en la organización de actividades de la festividad. En oficinas y espacios de trabajo, también es común que se coloquen altares de muertos y se organicen pequeños eventos conmemorativos. Algunas empresas, ofrecen talleres de maquillaje de Catrinas, presentaciones de música e incluso, pequeños concursos para celebrar la ocasión. Finalmente, dado que Chihuahua es un estado fronterizo, las celebraciones del “Halloween” también tienen presencia notable en la región.
En algunas familias, sobre todo las que viven en la ciudad de Chihuahua o en ciudades fronterizas, se celebra una mezcla de ambas festividades, donde los niños, suelen disfrazarse y pedir dulces al estilo de Halloween, pero las familias también montan altares y visitan los panteones para honrar a sus difuntos. Esta combinación ha dado lugar a una fusión única en la que, tanto Halloween como el Día de Muertos, se celebran de manera conjunta, respetando y preservando elementos de ambas tradiciones. Por último, en Chihuahua, el Día de Muertos, representa una oportunidad para recordar y honrar a los seres queridos en un ambiente de respeto y unidad familiar. Las costumbres en esta región, han sabido adaptarse a las particularidades del norte, dando lugar a una celebración auténtica y enriquecida por diversas influencias culturales. ¿Usted qué opina? El Dos de noviembre: el tradicional “Día de Muertos” en Chihuahua, forma parte de Los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua.
Doctor en Administración. Maestro investigador FCA-UACh.
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oviramon@uach.mx