La cifra de muertos en la matanza de Tlatelolco es imprecisa, el gobierno aseguró que habían sido 20, pero se dice que probablemente fueron más de 300 estudiantes asesinados, su único delito fue manifestarse en las calles, como es sabido, el presidente Díaz Ordaz y Luis Echeverría, secretario de Gobernación en ese tiempo, fueron señalados como los responsables, sin embargo, nunca pisaron la cárcel, al primero jamás le fincaron cargos, falleció en 1979 y al segundo, en el año 2002, la Fiscalía Especializada para Movimientos Políticos y Sociales del Pasado (Femospp), lo citó a declarar; posteriormente le dictaron arresto domiciliario por un breve tiempo, debido a su avanzada edad, no fue enviado a la cárcel, pero luego fue exonerado en 2009. Ante el ministerio público afirmó, “Si algo pasó, yo no supe nada”, así de fácil evadió su responsabilidad. Y tampoco “supo nada”, cuando ya siendo presidente en 1971, su grupo paramilitar llamado “Halcones” atacó el 10 de junio a jóvenes manifestantes que exigían la liberación de presos políticos. Fueron agredidos con armas de fuego y palos, en este hecho, tampoco se sabe exactamente cuántos murieron, la versión oficial dice 12, pero testigos afirmaron que fueron muchos más, este suceso sangriento se le conoce como la Masacre de Corpus Christi. Echeverría prometió encontrar a los culpables, jamás lo hizo, pues hubiera tenido que encarcelar a varios de sus colaboradores más cercanos. En 2004, la Femospp, buscó que esta masacre no quedara impune e inició un juicio contra Echeverria y su secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, sin embargo, al año siguiente la Suprema Corte de Justicia de la Nación, determinó que el delito había prescrito en 1985. Posteriormente Moya Palencia, falleció en 2006, llevando a la tumba su valioso testimonio.
Echeverría se mantuvo en silencio hasta que falleció a los 100 años, en el año 2022. Se dice que amasó una enorme fortuna, gracias a negocios inmobiliarios. Contaba con mansiones en la playa, ciudad, así mismo un hotel y terrenos. Pareciera que se encomendó a un santo muy milagroso, pues fue un político destacado, logró convertirse en presidente de México, salió bien librado de fuertes acusaciones en su contra, era millonario y además fue un hombre longevo, pero las apariencias engañan, una investigación de la revista Proceso, señaló que presuntamente sus hijos lo despojaron de sus bienes. Sus últimos años de vida, se la pasó enfermo, solitario, recluido en su casa, cinco de sus ocho hijos, lo visitaban muy poco. Los otros tres hijos, fallecieron de manera trágica, primero Rodolfo en 1983, murió ahogado en una alberca; después en 2013, su primogénito falleció luego de una operación y en el 2020, Álvaro se suicidó.
Seguramente en gran parte de sus primeros 55 años, Luis Echeverría llegó a creerse un hombre “todopoderoso”, incluso con el 2 de octubre de 1968 y del 10 de junio de 1971, sobre su espalda, no le mermaba en su vida, se sentía intocable, pero luego de la muerte de su primer hijo, el destino le enseñó durante más de 40 años, que era un hombre normal, vulnerable, igual a todos y que ni viviendo 100 años, hay supremacía eterna.