“Por el bien de todos, primero los pobres”, es la frase que ha identificado a Andrés Manuel López Obrador durante dos décadas; con ella recorrió el país, con la intención de agrupar al innumerable ejército de desposeídos dispersos en el territorio nacional.
Ocho palabras fueron suficientes para sintetizar no sólo su proyecto de nación, sino de expresar la necesidad de un pueblo que durante años vio pasar cientos de gobernantes que se enriquecían con recursos públicos.
Así como en el 2000, Vicente Fox conquistó al electorado con esa imagen provocativa y con ocurrentes frases como “echar al PRI de Los Pinos”, el político tabasqueño acuñó su ideología en un slogan serio, contundente y directo que le sirvió durante tres campañas.
Incluso, aquel 1 de julio de 2018 desde el Zócalo capitalino, en su primer discurso como candidato electo, AMLO revivió la icónica frase, que ha sido reutilizada en algunos países de centro y Sudamérica.
Por ejemplo, en Brasil Luis Inacio Lula da Silva ha citado en repetidas ocasiones el slogan del presidente mexicano; lo mismo que otros personajes como Evo Morales (exmandatario de Bolivia) o José Mujica (de Uruguay). Encuentran en esa frase la importancia de erradicar la pobreza en todo el continente.
Empero, así como esa frase le ha valido cientos de seguidores, también ha servido a sus opositores para denostar su labor y cuestionar cada una de las obras públicas que promueve, regularmente dirigidas a la clase media como el segundo piso del Periférico o el nuevo aeropuerto en la Base Militar de Santa Lucía.
Para los “pobres”, les ha procurado una decena de apoyos económicos, que mensualmente reciben y gastan no siempre de la mejor manera.
APOYOS LLEGAN A QUIENES TIENEN AUNQUE SEA POCO
La semana pasada, difundieron la Encuesta Nacional de Ingresos y Gasto de los Hogares, la cual reveló que los programas sociales lopezobradoristas, en promedio, resultan más regresivos que los del sexenio de Enrique Peña Nieto, pues benefician a los hogares con ingresos no tan bajos, es decir los que no son tan pobres.
Según el análisis, encabezado por Máximo Jaramillo, en el 2016 el 65 por ciento de los hogares más pobres eran beneficiarios de uno o más programas sociales; el año pasado, esa cifra bajó al 35 por ciento, este cambió se debió a que los recursos llegaron a familias con más recursos.
Ante estos resultados, el investigador Julio Boltvinik (popularmente conocido como ‘pobretólogo’), mencionó que los programas sociales federales “se quedaron a la mitad del camino… La mayoría de los programas son para grupos específicos de la población. Lo que pasa con los programas monetarios focalizados es que terminan entregándose a los que menos los necesitan. La idea original sería perfecta si le apuntaras bien a la pobreza.”
Es decir, si bien es cierto que los programas sociales aumentaron durante la actual administración, incluso subieron los montos en ocasiones al doble, estos no están enfocados a los sectores mas desprotegidos.
Boltvinik señaló el caso de Sembrando vida, uno de los programas icónicos de AMLO que ha llevado hasta Centroamérica, el cual está enfocado para campesinos que posean 2.5 hectáreas, cuando el promedio de la gente pobre tiene menos de una hectárea. O sea, la clase media rural es la más beneficiada.
Otro caso es el de 68 y más, el cual comenzó apoyando a los adultos mayores en ciertas zonas, pero, al volverse un programa de nivel federal, beneficia a toda la población, con la única condición de cumplir con la edad mínima.
Y así se pueden sumar más apoyos sociales que, si bien tienen una buena intención, están dirigidos de manera incorrecta. Lo mismo ocurre con apoyos a jóvenes, madres solteras, viudas y otros tantos.
SÍ HAY MÁS POBRES EN EL PAÍS
Este análisis sirvió de preámbulo para los resultados que el jueves pasado presentó el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, el Coneval, el cual señaló que entre 2018 y 2020 (o sea durante la actual administración) el número de pobres aumentó.
Por ejemplo, según el Coneval en el 2018 el 34.9 de la población se encontraba en pobreza moderada, el año pasado el porcentaje creció a 35.4 por ciento; otro dato es que la pobreza extrema se incrementó en un porcentaje de 7 a 8.5 en los mismos años.
Donde sí hubo un avance fue entre la población con al menos una carencia social, que se redujo del 68.3 por ciento a 67.6 puntos.
Es entendible que el parón económico que obligó la pandemia por covid, haya generado un importante número de pobres, porque hasta la fecha se desconoce cuántos negocios cerraron, cuantas empresas quebraron y, sobre todo, cuántos trabajadores fueron despedidos.
Al caminar por las calles de la Ciudad de México, se pueden observar cientos de locales cerrados, mientras que la gente, para sobrevivir, optó por abrir sus zaguanes, invadir la vía pública o repartir a domicilio, cualquier mercancía que le permita ganar un poco de dinero para comer y cubrir otros gastos de salud y educación.
La crítica contra los gobiernos de todos los niveles debe centrarse en la falta de atención a los enfermos, en la carencia de medicamentos, en la falta de incentivos a los pequeños empresarios que generan la mayoría de empleos, el incumplimiento en la entrega de apoyos económicos y muchas otras fallas que han sido exhibidas, pero que desde Palacio Nacional o de las casas de gobierno, son negadas o minimizadas.
Ayer, desde Baja California Sur, de manera equivocada el presidente Andrés Manuel López Obrador, se limitó a responder que él tiene otros datos.
Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.